El vacío inhóspito que se te clava en las entrañas.
Un impulso aterrador de sentirte libre que no llega.
Ser parte de un mundo que parece que no volverá a ser el mismo.
Observar la vida ajena,
darte cuenta de los pequeños cambios que te rodean.
Balcones repletos de andarines matutinos al unísono
de ciclistas que pedalean sin llegar a ningún lugar.
El aire sopla con fuerza, mientras los pájaros vuelan,
un cielo que el sol no se quiere asomar.
Los días pasan y todo sigue igual.
Nada cambia ,solo nos queda esperar.
Melodías que nos rodean con ritmo de aplausos para hacerse notar.
Para aquellos que se merecen todo por su sacrificio y bondad.
Héroes sin capa que no se rinden jamás.
Noches en vela pensando que sucederá.
Anhelar aquellos abrazos eternos
que la mente se encarga de no olvidar.
Acordarse de aquellos momentos tiernos,
como una vieja fotografía por revelar.
Sentirse parte importante en la vida de alguien que te transporta
a momentos reales y de gran felicidad.
Entretenerse y encontrar nuevos retos que ni tú mismo comprenderás.
Escribir sobre la experiencia de tener tanto tiempo que abordar.
Abrir tu corazón en forma de letras que riman sin razón.
Hipérboles que resuenan en tu cabeza que conviertes en textos que enmarcar.
Un soplo de aire del alma que se resiste a despegar.
Un nuevo día llega.
Levantando ventanas y deseos, un gran soplo de esperanza nos aguarda.
De la nueva vida que está por llegar.
Escrito por Sandra Barrachina
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