Relatos,críticas y muchas sonrisas. Un trocito de vida.

jueves, 23 de febrero de 2023

ENSÉÑAME LA CURVATURA

Luis era un niño al que le encantaba meterse en problemas. Sus padres no podían controlarlo, ni mucho menos decirle qué hacer con su vida. Odiaba la escuela y no soportaba que un señor con barba le dijera cómo era el mundo. La mitad de los días se los pasaba dando vueltas por el patio del colegio, castigado por su comportamiento en el aula. A pesar de esto, le encantaba marcarse unos discursos que dejaba a sus amigos encandilados durante la hora del recreo.

Conforme fue creciendo, su comportamiento empeoró. No tenía interés por estudiar o leer un libro, su único propósito en la vida era llevar la contraria a todo el mundo. No importaba el tema que fuera, su visión siempre era la única posible. No razonaba para nada, siempre tenía la razón y si alguien lo contradecía, no dudaba en gritar e insultar.


Un día tuvo una iluminación. Viendo una película llamada "El Show de Truman", comprendió que el mundo estaba equivocado. Entendió que la Tierra no era redonda, sino plana. Una cúpula de cristal rodeaba el planeta y que el sol funcionaba como un péndulo, dando luz de un lado para otro. Pensaba que la Tierra era como los souvenirs en forma de bola de cristal con nieve falsa, y que el sol era una linterna que se movía como una bola de ping-pong. Esta imagen se le quedó grabada en la mente y todavía sigue presente. Hacía dibujos y bocetos de cómo debía ser el mundo, y le daba igual que alguien le mostrara pruebas de que estaba equivocado; si él decía que era plana, no había nada que discutir, era plana. Aparte de obsesionarse con este tema, iba trabajando en lo que podía, aunque la verdad es que no le duraban los trabajos. Martirizaba a sus compañeros con sus discursos y su falta de ganas de trabajar, lo que hacía que sus jefes se hartaran y lo acabaran echando.

En casa de sus padres, no se sentía cómodo, por lo que no dudó en marcharse al cumplir la mayoría de edad. Se sentía incomprendido y no lo soportaba más. Pese a que sus padres le insistían en que se quedara y retomara sus estudios, su respuesta siempre era la misma: "estudiar es una pérdida de tiempo".
Ahora nos encontramos en su plenitud, como adulto en la edad perfecta para convertirse en una persona responsable, trabajadora y con ganas de ganarse bien la vida. Eso sería lo normal para cualquiera, pero para Luis la normalidad es preocuparse más por un viaje inútil que solo existe en su imaginación, que en la realidad, convirtiéndose así en un gilipollas insoportable.
"¡Que el sol es el centro del universo! No os lo creáis. Todo son falsedades que se inventó un tipo que no sabía de lo que hablaba. Creed en mí. La verdad es lo que yo digo. Por eso estamos aquí, para demostrar a estos ilusos que se equivocan. Los gobiernos nos engañan. Nos están controlando todo lo que hacemos. No quieren que hagamos este viaje. Yo les hago una pregunta: ¿dónde está la curvatura? Quiero verla con mis propios ojos. Que hagan un ascensor bien alto para subirme a ver la puñetera curvatura. No pueden porque no la hay. La Tierra es plana y ya está, como los que se creen que el hombre pisó la Luna. Menuda mentira. Todo se rodó en un plató. Ni se te ocurra preguntarme cómo lo sé. Yo lo sé todo. Tengo una mente privilegiada que detecta todo lo falso. Nunca falla.


Menuda mente tiene nuestro amigo. Aunque parezca mentira, hay gente que lo sigue y acaba hipnotizada por sus palabras. Parece más un telepredicador que una persona, incluso un dibujo animado sería más razonable. Cuanta más estupidez suelta por su boca, más devotos se le agregan. El problema es que no se centra en un solo tema, ahora se ha obsesionado con meterse con los pasos de cebra, diciendo que es inhumano tratar tan mal el suelo que pisamos y que nuestros ancestros no lo habrían permitido. La pintura blanca es el diablo, aunque salve vidas, ¿qué más da? De los semáforos no comento nada, porque os lo podéis imaginar. Se manifiesta por cualquier cosa que según él tiene importancia, pero lo único que consigue es acabar en la cárcel o haciendo trabajos comunitarios. Lo que pretende es llamar la atención y le encanta que lo retraten haciendo alguna de sus locuras, como subirse a un puente y gritar que viva los extraterrestres, que no se comunican con nosotros porque saben que acabaríamos haciendo experimentos con ellos en el Área 51. Nos temen, por eso no vienen.


Ha acumulado tantas multas por su comportamiento que las autoridades ya no saben qué hacer con él. Le encanta que lo metan en prisión. Martiriza a su compañero de celda y consigue que acabe golpeando su cabeza con los barrotes pidiendo ayuda, porque no aguanta más a este tarado.

-Amigos, seguidme. Nos están engañando. Demostremos que la Tierra tiene un final. ¿Quién me presta un barco para hacer ese maravilloso viaje? Desmontaremos a esos científicos que con sus matemáticas solo nos confunden. Con sus cohetes infernales creados con efectos especiales que pretenden que creamos que son reales.

Seguro que este es de los que, cuando tiene un resfriado, se cura con el aire. La verdad es que cada vez que lo escucho, no sé si reírme o llorar. Analiza todo lo que dices y siempre lo convierte en algo negativo. Cree en todo lo que ve en la televisión y parece que le tiene alergia a los libros. Algunos de sus seguidores le pidieron que firmara un autógrafo en un libro y salió corriendo por miedo. Le encanta reinventar sus propias historias y cuanto más enrevesadas, más parecen una historia de ciencia ficción sin gracia. Como cuando le declaró la guerra al velcro, que para él era un insulto a los pobres botones. Ahora está empeñado en ir a la Antártida, solo con la intención de chocarse contra un muro de hielo, que según él rodea nuestro mundo y evita que nos caigamos al vacío o que los océanos se derramen. Pero esa teoría tiene un problema: todos los sistemas de navegación de los barcos tienen una tecnología donde la Tierra es un globo y no un plano. Encontrar el muro es navegar a ciegas, seguro que acabaría engullido por el Triángulo de las Bermudas.

-No ha podido ser. No hemos podido hacer el gran viaje al fin del mundo. No os preocupéis. Seguiremos con nuestro empeño de revelar la verdad que nos ocultan. ¿Quién se apunta a un viaje a Egipto? Dicen que han encontrado una nave alienígena.

Por favor, dejemos tranquilos a los extraterrestres.

Convivir con él no debe ser tarea fácil. Imaginarse compartiendo piso con una persona que siempre quiere declararte la guerra provoca que tengas ganas de tirarlo por la ventana. Cuando se fue a vivir con su nueva novia, no se imaginaba que fuera a salir bien, pero fue todo lo contrario, funcionó. Daniela, una muchacha que consiguió lo imposible, que por un tiempo Luis se olvidara de sus conspiraciones y paranoias locas. Estaba enamorado o simplemente había encontrado a la mujer perfecta.

Lo que tiene de especial Daniela es que es vegana y eso para algunos es un problema, pero para su novio era una bendición divina.
Para otros la circunstancia habría resultado insoportable. Vivir más de quince días habría sido un calvario imposible de aguantar. Ambos compartían el mismo entusiasmo de llevar la contraria al resto de mundo. Para ella, el veganismo era un ejercicio espiritual y no dudaba en dedicarle monólogos alabando el tofu. Ambos no tenían muchos amigos, ya que la mayoría no aguantaba ni una tarde con ellos. Un charlatán empedernido se puede tolerar, pero dos son imposibles de soportar. ¿Te imaginas tener que escucharlos hablar sobre alimentación y la Tierra plana durante toda una tarde? Terminarías con la cabeza a punto de explotar y poniéndote a dieta.

 
Aunque la convivencia era perfecta, con en tiempo se fue cansando. Su follonero interior lo llevó a romper la relación, lo que lo dejó con ganas de armarla con el primero que se cruzara en su camino.

De nuevo soltero, volvió a sus malas costumbres de buscarse problemas, perdiendo trabajos y malviviendo en una casa de okupas. Sin olvidarse de hacer reuniones clandestinas para hablar de sus ideas locas. ¿Qué será lo siguiente?

-Amigos, una nueva amenaza nos espera. El mundo está por desaparecer. Quieren que sigamos con nuestras vidas mientras planean acabar con la humanidad. Tranquilos, los hombres poderosos sobrevivirán al gran holocausto que está por llegar.

Los asteroides están impactando en nuestro suelo, convirtiendo nuestro planeta en un queso gruyere. La carrera espacial es solo una excusa para recaudar dinero.

Esta vez, Luis no se equivoca del todo. Algo está pasando, aunque decir que el mundo va a acabar es un poco exagerado. Lo que sucede es que en los últimos años la basura espacial se ha descontrolado. El espacio se ha convertido en un verdadero vertedero: restos de cohetes, satélites que han dejado de funcionar o partículas que acompañan a la atmósfera de la Tierra. La situación tiene que cambiar, los apagones cada vez son más frecuentes y la población no deja de perder los nervios cada vez que sus móviles dejan de funcionar. Depender tanto de la tecnología es lo que tiene, que te conviertes en un ser irracional con unas altas dosis de histeria incontrolada. La solución es fácil: ¡que vayan a limpiar esa maldita basura!

-Tengo un nuevo trabajo. Todavía no sé qué será, pero no pinta bien. La empresa se llama DumpSpace. Estoy obligado a aceptarlo por culpa de las horas comunitarias que tengo acumuladas. Al menos, por una vez, me alegra cobrar un sueldo, aunque sea poco. Estaba tieso y viviendo de milagro. Lo que no me gusta nada es tener que hacer tanto ejercicio y aprender a usar una maquinaria absurda. Pero por lo demás, tengo ganas de cambiar de aires. En la entrevista me hicieron unas cuantas preguntas, pero al final me acabé cabreando y me dejaron por imposible. Tengo un nuevo apodo: "El broncas".

Tras unos meses de duro entrenamiento, Luis está imposible. Su paranoia mental está cada vez peor. Se queja por todo. Ahora mismo está haciendo unas pruebas con un traje muy pesado, casi no puede ni andar, pero sí hablar. Su lengua no deja de echar humo con historias variopintas que solo él cree. Se acerca el momento de comenzar a poner en práctica todo lo aprendido durante meses, y no está por la labor de seguir las indicaciones. Aunque al saber dónde será el trabajo, le han hecho cambiar de actitud.

Qué maravilla, por fin podré ver la cúpula que rodea la Tierra. ¡Qué alegría! Podré demostrar que no tiene curvatura. No entiendo por qué mis compañeros no dejan de reírse.

-Oye, Luis, vas a cambiar la bombilla de ahí arriba. Cuidado con la cabeza, no te vayas a chocar con la cúpula. Espera que esta noche me van a abducir los extraterrestres.

Luis, con su traje espacial verde, y su casco que no dejaba de molestarle. Su cuello estaba tan rígido que parecía el de un muñeco sin articulaciones. El despegue del cohete fue inminente y su cara solo podía expresar miedo e ilusión.

Por fin podré demostrar la gran verdad. Hemos alcanzado la altura perfecta y seguro que no se podrá ver la curvatura. La Tierra no es un globo ni se le parece. Mis manos están a punto de abrir una gran puerta rumbo a un exterior que me dará la razón.

Sí, compañero, me ha encantado que pienses así. Tu paranoia en unos segundos será desmontada y el resto de la humanidad podrá respirar tranquila. Estás a punto de dar un gran paso para bajarte los humos, de conocer la verdad, perderás hasta las ganas de hablar. Mudo y con la cabeza agachada, avergonzado y sin ganas de nada. Tus payasadas paranoides que han martirizado a aquellos que no te daban la razón por fin serán vengadas.

-Luis, te has quedado sin habla. ¿Qué te pasa? Has encontrado la curvatura que tanto querías.

(off) Estoy muy cabreado. No solo la Tierra es redonda, sino que tengo que verla todos los días, limpiando basura espacial y viendo la dichosa curvatura. Ni hablo porque ya lo he hecho bastante. Me fastidia no tener razón y más aún tener que aguantar las bromas de mis compañeros todos los días. Ver amanecer es un suplicio insoportable. El sol no se comporta como esperaba.

Pobrecito, la vergüenza no le deja disfrutar del espectáculo espacial. Con el tiempo, fue aceptando que se equivocaba. Los compañeros se acabaron cansando de hacer bromas y comenzaron a intentar que recuperara las ganas de hablar. Los meses fueron pasando y era hora de volver a tierra firme. La basura espacial había desaparecido casi por completo. Luis cambió en su estancia. Su orgullo de tener siempre la razón desapareció y acabó disfrutando del espectáculo como cuando presenció su primer eclipse. Su cara de embobado le duró todo el día. Ahora toca volver.

-Qué tonto fui al pensar que la Tierra es plana. ¿En qué estaría pensando? Ahora me digo a mí mismo, ¿en cuántas cosas me habré equivocado? Me han entrado unas ganas tremendas de saber la verdad de todo.

Luis pasó de no coger un libro a leer una biblioteca entera. Antes daba sermones sin saber de qué hablaba, pero ahora es capaz de exponer tesis y argumentos que, solo con escucharlos, te hacen entrar en estado de somnolencia. Quién lo diría, ha pasado de ser un vendedor de humo a intelectual.






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ENERGIA FANTASMA



Desde niña, Elisa ha tenido mala suerte. Era bastante torpe con sus delgadas piernas, pues pesaba tan poco que si soplaran, se caería al instante. En clase, el profesor no le hacía caso y siempre prefería preguntar al que tenía en las primeras filas antes que a ella. En el patio, siempre era la descartada cuando tenían que formar algún grupo para jugar a algo. En parte,esto era porque no tenía suerte ni para golpear una pelota, y no podía evitar chutar al aire. 

En el cine, la mayoría de las veces se quedaba sin ver la película porque, cuando le tocaba comprar su entrada, ya no quedaban. Cuando lo conseguía, la película era aburrida y mala. Cuando iba de tiendas, se pasaba horas esperando para entrar en el probador. Daba igual a la hora que fuera, siempre había gente esperando en la cola. Decidió un día que nunca más esperaría para probarse ropa. ¿Que hacía? Coger la prenda y compraba directamente. Si no le quedaba bien, volvería a la tienda para cambiarla, pero lo que no se esperaba era que para cambiarla también tenía que hacer cola, y más todavía.

En el amor, siempre se tenía que conformar con la segunda opción. Nunca atraía al chico que le gustaba, pero entonces,  

¿ qué pasaba?  Que se enamoraban de ella .Eran tan atentos con ella que, al final, por no hacerles un feo, salía con ellos. La relación no duraba mucho, pero viendo el panorama, no veía otra opción. 

En esos tiempos, creía realmente que no tenía suerte. Le rodeaban las malas energías y no entendía el porqué. Al final, no dudó en acudir a una sesión de una vidente para que le leyera el futuro. Las cartas no eran claras. Cada cierto tiempo, volvía para hacerle nuevamente la misma pregunta. De momento, seguía sin aclararse. Ella creía que la mala suerte seguiría con ella para siempre. Que ser afortunada no era para ella. 

Sus padres decidieron divorciarse una mañana. Durante los siguientes meses, apenas dijo una palabra, la situación la estaba superando. Su mente estaba desbordada de la tristeza que sentía en su interior. Con los años aprendió que tenía que cambiar de rumbo, tomar una decisión que lo cambiaría todo. Un día, Elisa decidió dar el salto de independizarse, tener su propio hogar. Buscó un trabajo que le pudiera permitir pagar el alquiler de una vivienda y comenzar de nuevo. Quería que fuera en un barrio tranquilo, con grandes parques donde poder desconectar y relajarse. Con un mercado donde comprar carne y pescado de la mejor calidad. Tener contacto con gente. Un barrio que estuviera vivo, que fuera entrañable, donde cada instante pudiera ser recordado. Que estuviera vivo. Entonces, un día cuando menos lo esperaba, lo encontró. 

Era perfecto pero con un inconveniente. El piso estaba en condiciones horribles. ¿Puertas? Solamente estaba bien la de la entrada, todas las demás estaban en paradero desconocido.  Las paredes hacía siglos que no se pintaban, ese color negro no era normal. Pese a encontrarse en uno de los pisos más horribles, no dudó en quedarse. El barrio le había encantado y no podía imaginarse en otro lugar. 

Se había acostumbrado a su mala suerte, aunque ahora ese piso se había convertido en una nueva ilusión. A pesar de que se caía a trozos, estaba decidida a enontrar la manera de arreglarlo. Lo que no se imaginaba era que, al mudarse, había provocado que la buena energía que el piso transmitía hiciera su presencia para quedarse. 

Trabajaba durante toda la semana y cuando llegaba el fin de semana lo dedicaba a la casa. Su mente estaba enfocada en convertir esa vivienda que parecía sacada de una película de terror en un hogar para una auténtica princesa. Su esfuerzo tuvo su recompensa y por primera vez, parecía que la suerte estaba a su favor. Mientras pintaba las paredes, sentía como una energía le recorría todo el cuerpo. Apenas se cansaba. Pero lo mejor de todo era que su hogar estaba quedando tal como se lo había imaginado.

Pese al cambio tan satisfactorio de los acontecimientos, no podía evitar pensar que acabarían torciéndose de alguna manera. No todo podía ser tan bueno, tenía que haber alguna tara. Notaba una presencia a su alrededor, aunque no sabía cómo explicarla. Cuando le sucedía algo bueno, pensaba que tenía que ver con algo que ni ella misma comprendía. Era bueno, y eso le bastaba. Se desvelaba todas las noches a la misma hora, sentía un escalofrío por todo su cuerpo y escuchaba una voz que la llamaba por su nombre, pero no sabía de donde venía. Durante el resto del día todo era normal y sin ningún fenómeno extraño. Llegaba la noche y volvía el mismo ritual que no la dejaba dormir tranquila. Le tenía miedo, pero quería solucionar ese problema nocturno lo antes posible. Hasta que un día se lleno de valor, decidió plantar cara a la presencia. 

- ¡Espíritu que estás en mi casa, aparece ante mí! -gritó Elisa con todo el cuerpo temblando.- No quiero hacerte daño. Solo quiero darte las gracias por las cosas buenas que me has dado. Dime algo o hazme una señal. -Su estado de nerviosismo fue en aumento, solo quería aclarar lo que estaba pasando.- ¡Cada noche pediré que te muestres , no me cansaré de hacerlo hasta que pueda verte con mis propios ojos! 

 - No sé qué hacer -se preguntó el fantasma- Parece una buena chica, ¿estará preparada? Yo creo que no. Me quedaré observando a ver qué pasa. 

Durante un mes, Elisa cumplió su promesa. Cada noche pedía que el fantasma apareciera. Cuando pensaba que todo se lo había imaginado en su cabeza, el fantasma se mostró ante ella.

- Hola -dijo el fantasma con una voz dulce.- Aquí me tienes. 

- ¡Ahhhhh! -gritó Elisa. No creía lo que estaban viendo.

- Sabía que pasaría esto. No voy a hacerte daño -dijo varias veces el fantasma con la intención de calmarla. 

- ¡Eres un fantasma! -repitió muchas veces hasta que acabó sentada en el suelo. 

Tras el miedo inicial, tuvieron una conversación de lo más entretenida. 

-¿Dime, porqué estás en esta casa, Fantasma ?- Le preguntó Elisa que había dejado de temblar. 


-Morí en ella.- Contestó el fantasma con cara de no tener ganas de contarle más. 

-No debe ser fácil ser un fantasma. No poder tocar ni sentir ni nada. 

-La verdad a veces lo agradeces aislarte del mundo. Pero otras solo quieres encontrar a alguien con quien conversar.

-Ahora me has encontrado, puedes hablarme todo el tiempo que quieras.- Dijo Elisa sonriendo y con ganas de animar al fantasma – Me encanta hablar y mucha más escuchar. Seguro que puedes contarme alguna anécdota divertida, ya que seguramente no he sido la única que ha vivido en este piso. 

-Los demás siempre me temían. No son como tú-respondió el fantasma.

-Yo también, pero preferiría dormir tranquila. Tus voces solo me provocaban dolor de cabeza-dijo Elisa. 

-No puedo evitarlo, es mi profesión actual. Llamar la atención de los mortales para que me hagan caso. 

-Pues dilo que no cuesta tanto. Creía que me estaba volviendo medio loca. 

Estuvieron hablando hasta que llegó el amanecer. Casualmente, el fantasma resultó ser un muchacho que, físicamente parecía de la misma edad, a pesar de haber muerto hacía treinta años muerto. Los días siguientes siguieron con la misma rutina. 

- Me parece extraño pensar que cuando moriste yo todavía no había ni nacido- preguntó Elisa al fantasma- A pesar de todo, físicamente parecemos de la misma edad. 

- Los fantasmas no envejecemos -dijo sonriendo el fantasma- Cuando morimos nos quedamos con el aspecto que teníamos en ese momento. 

- ¿Por qué no has ido al otro lado? -dijo Elisa, mientras bebía de una botella. Se le había quedado seca la garganta. 

- La verdad, no lo sé. Supongo que cuando tenga ganas de irme podré hacerlo sin problemas. La gente siempre ha pensado que todos los fantasmas somos iguales, capaces de asustar hasta causarte un infarto. En mi caso, cuando he tenido que asustar a alguien ha sido porque no me caían bien o eran muy desagradables -el fantasma hizo una pausa y continuó- En tu caso es fácil, me caes bien.

-Antes de conocerte, no podía imaginarme que la suerte pudiera estar de mi parte. Desde mi niñez, las cosas siempre han sido muy complicadas para mí. Tener un poco de ayuda extra me hubiera venido genial – dijo Elisa.

- Si siempre estás pensando que todo te va ir mal, al final acabará pasando así- Respondió el fantasma.

- Quiero hacerte una pregunta -dijo Elisa esperando que el fantasma le resolviera una duda que le estaba rondando por la cabeza.- ¿Puedes salir de esta casa? ¿Me refiero, estás prisionero o algo parecido?

- Afortunadamente, puedo salir. Eso sí, tengo que hacerlo con la persona que vive en ella. 

- ¡No me digas! -sonrió Elisa- Entonces, vamos a dar una vuelta por el barrio. ¿Desde cuando no sales?
 
- Nunca lo he hecho -contestó el fantasma con timidez- Es la primera vez que hablo con alguien vivo.

- ¿Moriste hace poco tiempo? Físicamente parecemos de la misma edad.- le preguntó Elisa.

-Morí en 1991.  Desde entonces no me he atrevido a hablar con nadie que tenga pulso - le contestó el fantasma. 

- Quieres decir… -con cara de incrédula- ¿No has visto la Ciudad desde 1991? -Preguntó Elisa

- Pues, no. – Respondió el. Fantasms con cara de avergonzado- No sé lo que me voy a encontrar. Seguro que el mundo ha cambiado una barbaridad. 

- En 30 años, muchísimo. -dijo Elisa, riendo- Si quieres, podemos salir al exterior y lo ves con tus propios ojos. 

- Hagámoslo. Salgamos a ver la ciudad. -dijo el fantasma con entusiasmo.

Al salir del portal, el fantasma se quedó en estado de shock. No podía imaginar que todo lo que le rodeaba había cambiado tanto. La Barcelona que tenía en su memoria no tenía nada que ver con lo que estaba viendo. El final de la Rambla de Poblenou había dejado atrás las vías del tren. La ciudad industrial ya no existía. El olor a amoníaco daba paso al del mar. Era una Barcelona iluminada, muy alejada de la gris y oscura que era entonces. 

- Me sorprende ver tu reacción -dijo Elisa con ganas de contarle cómo había cambiado la ciudad. 

-¿No te importa hablarme por la calle? -preguntó el fantasma con cara de sorprendido- Solo tú puedes verme y oírme. 

- No me importa. Vamos a sentarnos y te cuento- dijo Elisa. 

- Yo no puedo sentarme. Floto. Pero puedo acompañarte-replico el fantasma

Elisa se sentó en un banco y comenzó a relatar, como si se tratara de un cuento, cómo un sueño olímpico hizo que la ciudad hiciera un gran cambio. Por entonces, ella era solo una niña pero recuerda como en esos años Barcelona se abrió al mar. Los edificios que rodeaban la antigua estación de Francia habían sido tan modernizados que parecían sacados de un museo de lo raros que eran. Había hoteles y más hoteles en un nuevo barrio que había surgido de la nada, la Vila olímpica, que parecía que no le faltaba de nada. 

La conversación continuó mientras caminaban. Alguna gente que pasaba a su lado la miraban extrañados porque hablaba al vacío, pero a Elisa le daba lo mismo. Se detuvieron en un parque para observar a unos niños disfrutando de los columpios, y luego fueron al mercado municipal a comprar frutas y verduras. Regresaron por las Ramblas de Poblenou hasta llegar a un lugar que el fantasma reconoció al instante. “El Tío Che”, una horchatería emblemática de la ciudad donde puedes disfrutar de la mejor horchata y un buenísimo helado.  

Le recordaba a su infancia, cuando sus padres le llevaban a tomar horchata. Todo había cambiado de una manera inimaginable, pero en ese momento se sentía feliz. Elisa no dudó en pedir una horchata y dedicársela a su amigo el fantasma. 

Durante los siguientes meses, Elisa siguió con la buena energía del fantasma. Consiguió un mejor empleo y las compras ya no eran un problema. Tenían conversaciones tan entretenidas el fantasma y ella en la cola que se le olvidaba de que la gente alrededor la miraba sin comprender nada, y iban del probador preguntándose porqué hablaba sola. 

A Elisa le encantaba charlar en el parque sobre cualquier tema, desde el último libro que había leído  hasta observar las estrellas y quedarse fascinada.

En ese tiempo, se había centrado tanto en la vida con el fantasma que se olvidó del resto del mundo.No tenía amistades,solo conocidos. No quería socializar con nadie con el fantasma tenía suficiente. Cuando eres joven, tienes unas prioridades, pero a medida que envejeces, te das cuenta que tus elecciones tienen que cambiar. El fantasma se dio cuenta del problema. Él siempre sería el eterno joven de 20 años y no podía envejecer. Ella en cambio iría cumpliendo años y no quería que acabara sola. No en el sentido de encontrar pareja, sino en algo más profundo. Si Elisa había sido capaz de abrirse con un ser espiritual, sería capaz de hacerlo con alguien que al menos pudiera tocar y envejecer. La mala suerte sería seguir viviendo así, creyendo que un fantasma te da buena suerte cuando en realidad te esta quitando lo más valioso. Tomó una decisión. Dejaría el mundo terrenal por ella. Había aprendido a quererla. Por ese motivo debía cruzar hacia el otro lado. No había marcha atrás, debía hacerlo. 

- Elisa, tengo que hablar contigo -dijo el fantasma con cara seria- He tomado una decisión. Hoy al acabar el día, voy a ir al otro lado. Dejaré de ser fantasma para siempre. 

-¿Qué estás diciendo? -dijo sorprendida Elisa- ¿Estás bromeando, verdad? 

- No estoy bromeando. Debes aprender a no depender tanto de mí. A abrirte con el resto de personas. No encerrarte en este mundo que, por mi culpa he creado, que no es real. 

- No me imagino una vida sin ti. -dijo preocupada Elisa, sin poder creer lo que estaba escuchando. 

- Tienes 30 años y tienes que relacionarte con alguien real, no con un eterno veinteañero. Debes hacerlo.- Le aconsejó el fantasma.

- ¿Cómo lo voy a hacer? Si te vas, volverá la mala suerte a mi vida- respondió Elisa temorosa.

- No, amiga mía. Debes creer más en ti misma. Si te pasan cosas malas, también te sucederán de buenas. Es el equilibrio del universo. No tengas miedo de mostrar quien eres. 

- ¿No vas a cambiar de opinión? -preguntó Elisa con la esperanza de que así fuera.

- No. Yéndome conseguiré que puedas volar libre. Elisa, eres capaz de todo si te lo propones. Confía en mí.

- Te voy a echar de menos -dijo Elisa con los ojos llenos de lágrimas. 

- Lo sé. Yo también- Respondió el fantasma.

Decidieron que ese día fuera perfecto. Recorrieron la ciudad juntos, rieron y brindaron con horchata en el "Tío Che". Luego fueron al Tibidabo, disfrutaron de la hermosa vista de la ciudad y Elisa se aseguró de que el cielo estuviera despejado. Finalmente, despidieron el día viendo el anochecer en la playa de la Barceloneta.

Al terminar el día, el fantasma se fue, dejando un gran vacío en el corazón de Elisa. Siempre recordaría esos años compartiendo miles de conversaciones. 

Elisa, siguió el consejo del fantasma e intentó conectarse con la gente. Con el tiempo, formó un grupo de amigos y olvidó su miedo a la mala energía. La buena energía de su amigo el fantasma, la cambió para siempre. Sin él no habría encontrado su verdadero camino en la vida. Auqnue tendría momentos difíciles, siempre encontrará la manera de disfrutar al máximo de los buenos momentos. 





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viernes, 9 de diciembre de 2022

LA NAVIDAD PERFECTA




Todos pensamos de una manera u otra en la navidad. En el fondo de nuestro corazón queremos recuperar la ilusión, sentir que somos niños de nuevo. El tiempo te va transformando, haciendo que cuando llegan estas fechas te alegres o que las odies, que tengas ganas de que acaben.

El primero que se nos viene en mente es Papa Noel. Es el que llega repartiendo regalos. Se cuenta que ni era gordo ni era muy alegre que digamos. La imagen que tenemos de él es de un abuelo bonachón que se pega una noche recorriendo el mundo entero repartiendo regalos. 

Qué mejor manera de comenzar una historia sabiendo que nuestro protagonista se llama Nicolás, al igual que el repartidor de regalos navideños. Tiene otra casualidad, nació un 25 de diciembre. Unos padres que no dudaron en bautizarle con ese nombre tan legendario. Suerte que al menos no suena raro. 

Ahora Nicolás este año cumple 25 años y desea que sean unas navidades especiales. Quiere reunir a toda la familia y amigos, incluso con aquellos que ha perdido el contacto por una circunstancia u otra. 

El día elegido fue la noche buena. El gran acontecimiento estaba a punto de empezar. 

Las semanas previas había estado planificando todo al detalle. No dudo en prepararse un guion para no olvidarse nada. El discurso navideño sería entrañable e inolvidable. 

Su corazón estaba feliz. Todo a su alrededor se respiraban sonrisas. No había espacio para el llanto. 

Llegó el día de la celebración. Los invitados acudieron. Comenzaron los momentos de besos y abrazos. La alegría era máxima. Las conversaciones no cesaban. Los brindis y los regalos. Nicolás era el rey de la fiesta, como él había deseado. Su corazón palpitaba. Los invitados con ganas de seguir pasándolo bien. 

Era el momento de terminar. Lo vivido aquella noche fue inolvidable.
La experiencia fue corta. Con ganas de que no tuviera un final. Sentir tristeza al saber que la fiesta había terminado.

Nicolás sonriendo sin parar. Rodeado de su gente. No sintiéndose solo. Arropado y querido. Parecer sacado de una película navideña toda esta estampa. 

Fue una navidad perfecta, solo que la visión puede cambiar dependiendo de la perspectiva. 

La realidad fue muy diferente. 

La verdad es que Nicolás no le acompañó nadie esa noche. Desde hacía años que estas fechas tan entrañables le ponían triste. Por aquellos que no estaban. No le entraban ganas de nada. 

Un día entró en una tienda que lo cambió todo. Le enseñaron un folleto que le hablaba del Metaverso, un universo post realidad. Fusiona lo real con lo digital. Lo único que tenía que hacer era ponerse unas gafas e introducirse en ese mundo virtual. 

Una de las opciones se llamaba “ La navidad perfecta” 

En esta experiencia podías tener la navidad soñada. Nicolás pensó, no pierdo nada. Con los pocos ahorros que le quedaban compro el paquete completo. 

Planificó al detalle. Podía introducir todos los elementos que deseaba. Además, que estuvieran presentes aquellos que no estaban en su vida, incluso lo terrenal. Personas que echaba de menos que habían fallecido. 

Noche buena, llego y no dudo en ponerse las gafas y dejarse llevar. Primero estaba un poco desorientado, pero con el tiempo fue cogiendo el ritmo del Metaverso. Era feliz en la ficción. Le entristecía acabar. Tenía que regresar al mundo real. 

Pasaron los días y la realidad no la aceptaba. Cada noche no dudaba en volver al Metaverso y revivir de nuevo esa navidad. Se acabó convirtiendo en un zombi, enganchado a ese mundo virtual. 


La realidad no tenía importancia. Dejó de luchar y relacionarse con las personas de su alrededor, las reales. Vendió su alma. Atrapó su mente para siempre en una felicidad ficticia. El Metaverso había ganado.


SANDRA BARRACHINA 





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EL MENSAJE


Los móviles, aquellos aparatos que nos ayudan a comunicarnos. En ellos gracias a las aplicaciones podemos enviar mensajes y recibir audios, aunque a veces al escucharlos parezcan monólogos. 

Es curioso que a pesar de tener la opción de realizar llamadas, lo usamos muy poco. Preferimos poner unos cuantos emoticonos que en algunos casos parezcan jeroglíficos. Los dibujos parecen caricaturas de lo que sientes, pero según las expectativas pueden tener un efecto frío, sobre todo cuando te has preocupado de escribir unas líneas intensas y plagadas de sentimiento, recibir una manita con un ok no te entusiasma mucho. 
Esta vez no mencionaremos los dolores de cabeza que pueden dar los mensajes, más bien las casualidades que suceden sin darte cuenta. Errores convertidos en regalos inesperados. 



Me llamo Andrea y mi vida en estos días previos a la navidad son frenéticos. No estoy demasiado animada este año, en parte porque desde hacía unas semanas que estaba soltera, tras tener una ruptura difícil con mi pareja.
Pese apoyarme, mi familia me sentía perdida y sin rumbo. No es la primera vez que me sucede, pero estando cerca la época navideña donde tienes que hacer buena cara, mostrar felicidad o ser el centro de la diana de preguntas inoportunas ¿Qué tal con tu novio? ¿Qué ha pasado?
No me imaginaba que mirar los mensajes de mi wasap y descubrir uno de un total desconocido. El texto es lo de menos, era una pregunta de una dirección que había quedado con una persona.
En un principio no contesté. Pensé que podía ser importante avisarle del error. Así lo hice.

-¿Creo que te has equivocado de número?

-¿No eres Silvia?

- No, soy Andrea.

-Tú número no es 657485948

-El mío acaba en 0.

-Ostras perdona. Gracias por avisarme.

-De nada.


Después de recibir ese último mensaje, supuse que no tendría más noticias. Me equivoqué.


-Andrea. Gracias por lo de antes. Tenía que encontrarme con esa persona por un tema laboral.

-Me alegro de que hayas podido solucionar el problema. No todos los días recibes el mensaje de un desconocido.

-Lo comprendo. Por eso te agradezco el detalle de avisarme. Mi nombre es Luis.


No sé por qué lo hice, pero el impulso de conectar con alguien me entró de repente.


-Aprovechando que nos hemos conocido, aunque sea por mensaje, me gustaría mantener el contacto.


Tardó unos cuantos minutos en contestar.


-Me parece bien. Llevo un mes en Barcelona y no conozco a nadie. He estado más preocupado de encontrar alojamiento y un trabajo. Conversar con alguien no estaría mal.

-Estamos en contacto.

-Hasta pronto Andrea. 


Los siguientes días siguieron conversando. De momento, Andrea no se atrevía a explicar cómo se sentía. La ruptura todavía le afectaba. Hablaban de temas universales. Del tiempo, preguntas personales, ninguna de los dos las hacían. Se deseaban buenos días o noches. Los mensajes eran breves y usaban muchos emoticonos. Cuando no sabían que contestar o porque no tenían tiempo, pues utilizan ese recurso.

Entró la navidad. La ciudad estaba preciosa, iluminaba. Andrea iba mejorando de ánimos. No se encontraba Entusiasmada, pero cada vez que sonaba el móvil y tenía un mensaje de Luis se alegraba.

Daba la casualidad que ambos vivían en la misma ciudad. Todavía no se habían atrevido a proponer de quedar y conocerse en persona. Parecía que los mensajes eran suficientes, es si, cada vez más largos, incluso se atrevían a enviar audios. 

Las fiestas comenzaron y las reuniones familiares fueron como esperaba. Preguntas constantes de su situación sentimental. Algunos de ellos con buenas intenciones, pero otros que te entraban ganas de tirarlos por un puente. Que inoportunos y con mala fe. En lugar de preocuparse de su estado y de animarla, parecía como si se alegraran.



Estamos a punto de acabar el año. Y me siento mejor. Escribirme mensajes con Luis me ha hecho desconectar de toda la tristeza que me invadía. 

Era como un diario donde poder expresarme. En estos últimos días le he explicado el tema de mi ruptura. Sus palabras me han animado. Se comporta como un buen amigo en que puedes confiar. Espero que el año que comienza podamos llegar a conocernos en persona. No quiero una relación sentimental, eso lo tengo claro. Un amigo con quien hablar es lo que necesito ahora mismo. 



Esas palabras las cumplió Andrea. Durante ese año estuvo manteniendo contacto con Luis por vía mensaje. Había ganado su confianza. Quería conocerlo, pero le aterraba al mismo tiempo la idea. Miedo de verse y encontrarse una persona distinta. Por mensajes es muy fácil montarte un personaje y mostrar una facha de lo que no eres en realidad.

Luis se hacía las mismas preguntas. Al igual que ella de momento se conformaba con lo que tenía.
Al pasar los siguientes meses esas dudas fueron creciendo. Cada vez más con las ansias de quedar, pero no se decidían. Verano, otoño hasta llegar a una nueva navidad.
Andrea no pudo aguantar más.

-oye, ¿Qué haces esta navidad?

-Nada especial.

-¿Te parece bien que nos conozcamos?

-Sería hora de vernos en persona después de todo este tiempo.

-Llevamos un año escribiendo, mandando audios y fotos, es hora de conocernos.

-Esta navidad sería una alegría hacerlo.

-Hagámoslo. Quedemos mañana. Sin pensarlo, nos lanzamos.

-Me parece bien.


Así fue quedaron en navidad, se conocieron por fin. Durante las fiestas fueron viéndose varias veces. Ambos creían que debían haberlo hecho antes.

De momento eran buenos amigos. En una película navideña seguro que ya serían pareja, en espera del beso del final.

Las relaciones llevan su tiempo. El miedo a perder lo que tenían, hacía que no se decidieran a correr al siguiente paso.

Llegó ese momento. Se dieron cuenta de que podían ser los mejores amigos y al mismo tiempo tener una relación de pareja. Ambos se complementaban.  La amistad se convirtió en amor. 



Estoy feliz con Luis, he encontrado una persona que me comprende, que me deja ser yo misma. Me anima y me quiere. Me lo demuestra cada día. 

Esta navidad será increíble. Solo agradecer de recibir en su día ese mensaje erróneo que me cambió la vida. 

Feliz Navidad.


SANDRA BARRACHINA 





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lunes, 5 de diciembre de 2022

RECUPERAR LA NAVIDAD

 


El futuro. En un planeta cada vez más recalentado y que el contacto físico ni existe. 

Las tradiciones parece que han tenido que evolucionar. La robótica y la inteligencia artificial se han apoderado de la mente humana. Todas las decisiones tienen que ser bendecidas por un ser inerte y sin pulso. Comenzaron como un juguete que hacía gracias hasta convertirse en los referentes y imprescindibles. Dependencia total.

Nos encontramos en una ciudad encerrada, plagada de edificios enormes envueltos por una cúpula que les protege del sol y en donde el aire que respiran es creado en un laboratorio.

Los sentimientos han desaparecido en la realidad. El humano solo lo experimenta en el nuevo Metaverso. Un mundo de ficción donde puedes ser quien quieras y poder sentir aunque sea de manera irreal. 

Las fiestas y las celebraciones tampoco tienen. Todos los días del año trabajaban al servicio de unos seres robóticos que les amenazan con matarlos si no cumplen sus órdenes. 


Víctor es un inventor que de manera clandestina está creando un robot diferente a los demás. Quiere aportarle sentimientos reales como si fuera un humano. 

De momento no lo ha conseguido. Piensa que si lo consigue pueda ayudar a recuperar un mundo que añora. Un lugar que vivió como niño antes de que los robots arrasaran con todo.  En ese empeño no esta solo. Hay una resistencia que lo apoya con ganas de que cambien las cosas.


Me llamo Sara, trabajo como reparadora de robots por las mañanas. Es una faena monótona y sin sentido. Arreglo máquinas y lo hago como si fuera una de ellas. 

Una cadena de seres sin sentimientos. Resignada a trabajar sin descanso.

Mi madre falleció cuando yo era pequeña y mi padre desapareció sin dejar rastro por salvarme la vida.  Hace demasiados años que no está conmigo, pero tengo la esperanza de que algún día volveremos a encontrarnos.  

Era inventor y aprovechaba sus conocimientos para alegrarme la vida con sus juguetes. Pequeños autómatas que me hacían sonreír. Solo he podido guardar uno de ellos de las manos de estos seres. Un conejo que siempre lo pongo en marcha cuando tengo un bajón de ánimos. Cierro los ojos y es como si viera a mi padre. 

La mayoría de los compañeros humanos están atrapados a ese mundo virtual. Yo hago todo lo contrario, intento leer los pocos libros que voy encontrando. Es complicado acceder a la lectura. Amigos que nos vamos compartiendo cultura en mercados clandestinos. 

En los ratos libres también aprovecho para buscar a mi padre. Tengo algunas pistas y espero que esta vez tenga más suerte. 



El robot comienza a tener dudas ante algunas preguntas. Estamos cerca de que pueda sentir lo intuyo. No tiene respuesta y comienza a moverse de manera enérgica. He tenido que desconectarle. 

Debemos ir a la sede central de los robots. Por un infiltrado sabemos que hay una pieza que funciona como un amplificador de memoria. Pueda ser la respuesta para que el robot haga lo que queramos. 

Tuvieron que pasar meses antes de poder organizar un plan. Debemos hacerlo sin llamar la atención.  Tras pensarlo bien tuve que tomar la decisión de ser yo mismo quien entrara. 

Llegar a la entrada no fue difícil, lo complicado fue traspasar la puerta.  Los Robots no sienten. No tienen compasión. Lo único que pude hacer es crearles una duda razonable y hacerles creer que si no entro no van a solucionarlo. 

Parecía una idea tonta, pero funcionó. 

Dentro comencé a buscar sin cesar. Los trabajadores humanos se extrañaban en verme. 

De repente vi una cara conocida y al instante comprendí el porqué. 


-¡Padre!


-¡Sara, hija mía!


Ambos se dieron cuenta de que no podían acercarse ni abrazarse. Si no llamarían demasiado la atención.  Tendría que esperar. 


Sara le señaló una sala donde podían hablar. 


-Padre, te he encontrado. No podemos hablar muy alto. 


-Lo sé. 


-¿Por qué te has arriesgado a venir aquí? 


-Ahora que te he encontrado menos me arrepiento. Estoy a punto de descubrir la manera de cambiar a los robots. 


-Es muy peligroso padre. 


-Lo comprendo, pero el mundo tiene que ser cambiado. No podemos seguir así. Tenemos sentimientos y merecemos demostrarlo a los que queremos.  Nos hemos convertido en unos esclavos. 


-Tengo que volver al trabajo. Sino volverán a por mi. 


-Sabes donde se encuentra la sala de programación en donde guardar todas las memorias. 


-Tienes suerte. Yo cada día entro allí para buscar las piezas que necesito para reparar. 


-No quiero que te arriesgues. 


-Padre, déjame a mi. Confía en mí. 


-Está bien. 


-Quédate aquí y yo te la traeré. 


-Vuelve hija. Ten cuidado. 


Sara entró en la sala. Abrió un armario y con su mano cogió una placa de metal con un montón de circuitos en el interior que solo un inventor como Víctor podría comprender.

Abandonó el lugar y se dirigió donde estaba su padre. Compartieron sus ubicaciones en la ciudad para poder volver a verse. 


Pasaron los días y Sara había tomado una decisión. Ir donde su padre y abandonar su hogar y lo más importante unirse a la resistencia. 

Su padre mientras había estado trabajando con el robot. La nueva placa de memoria funcionaba. Ahora tenía que llenarle de información humana. 

Unos de los miembros de la resistencia modificó el Metaverso. Desbloqueando las partes donde la palabra sentimientos no existía.  Introducir al robot y esperar. 



Archivo llamado “ Navidad” 


El robot estaba en un mundo virtual plagado de luces brillantes y humanos sonrientes. 

A la vista tenía un panel con varias opciones.  Una de ellas con el nombre “ películas navideñas”. La seleccionó y comenzó reproducir. 


Película “ La navidad perdida”


Una joven llamada Luisa había perdido en un mismo día un novio encantador, pero poco fiel. Un trabajo de ensueño que no la valoraban lo suficiente y encima era navidad. 

Su cuenta bancaria no iba a temblar por qué su familia era acomodada y que no le faltaba de nada. Decisión ir a pasar las fiestas a su pueblo natal que desde que decidió ir a la ciudad y hacer dinero no pensaba ni pisar. Es una buena chica. Dulce, rubia y hermosa de aquellos que parecen sacadas de un cuento. 

Ir al pueblo y encontrarse aquel antiguo novio de la infancia que al hacerse mayor parece que ha madurado, aunque no dejen de pelear por casi todo. Hasta que llega el día que ambos se echaron una mirada llena de amor con aquel brillo en los ojos con ganas de algo más, pero que no pasa. Cuando la cosa se pone interesante, siempre les interrumpen antes de darse el primer beso.

Ella tiene una difícil decisión, arriesgarse y gritar a los cuatro vientos lo que siente por ese chico, quedarse en el pueblo que nació y encontrar por casualidad a una mujer que le ofrece el trabajo perfecto y en donde la valoraran como merece o la otra opción volver a su aburrida ciudad. 

El final. Escena donde los dos tórtolos se dicen lo que sienten el uno por el otro y se dan un beso que les falta la respiración.  Das por sentado que será un felices para siempre. 

Celebrarán la navidad llena de felicidad rodeados de sus seres queridos.  Un baile para dar la bienvenida a la nueva pareja y un beso bajo el muérdago para no perder la tradición. 


El robot le gusta la experiencia y quería ver más y más. 


Vamos a sacar al robot del trance que se está saturando. 

Mañana haremos las pruebas pertinentes para saber si ha habido algún cambio. 



Día que lo cambio todo:


Me llamo Víctor y voy a realizar la evaluación final al robot. 

Parece que responde a los estímulos de la realidad virtual. Voy a proceder a hacer las pruebas para el mundo real. 


-Hola Roby ¿Cómo te encuentras?


-Perfectamente. ¿Por qué preguntar?


-Estoy a punto de darte alma, querido amigo, ¿ Estás preparado?


-Afirmativo.


Víctor hizo un pequeño ajuste y el robot comenzó a comportarse de diferente manera. 


-¿ Cómo te llamas? 


-¿Roby? Cómo se encuentra señor. 


-Bien Roby, ¿cómo te sientes?


-Extraño. Tengo una sensación que no conozco. Me he perdido tantas cosas que me ponen triste. 


-¿Triste amigo?


-Si, pero alegre al mismo tiempo. Puedo darte un abrazo. 


-Por supuesto. 


Ambos se abrazaron. 


La historia cambio. Tras conseguir ese logro. Hubo muchas batallas que fueron ganadas. 

Consiguieron que los robots fueran modificados, gracias en parte por el trabajo que hizo en el interior Sara en la sede de los androides. Sin darse cuenta cuando tenían que actualizarse, no conocían que se les iba introduciendo los sentimientos.  La reacción de los robots era de no saber como afrontar esa alteración y los humanos tuvieron que salir de su encierro y colaborar en el cambio. Para ellos mismo no fue fácil. La humanidad había reprimido sus sentimientos durante años y la adaptación costó, pero se logró, en parte, por no tener a los robos en plan amenazante. 

Volvieron las tradiciones, una de ellas la navidad. El robot adicto a las películas navideñas, Roby se encargó de preparar la primera navidad de la nueva era.  

No faltaba de nada. Luces, regalos. Hasta Papa Noel y los Reyes magos. Que volvieron a salir de su escondite que estaban ocultos. Desempolvaron sus trajes navideños y repartieron felicidad por el mundo. 

La humanidad había recuperado la esperanza. Las ganas de vivir y sentir.


SANDRA BARRACHINA 





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sábado, 22 de octubre de 2022

CRÍTICA LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

 











Desde hacía tiempo que no disfrutaba tanto viendo una película. Es de aquellas historias que no se puede revelar nada. Mentalmente es una experiencia única. Te hace estar alerta en cada instante y permaneces enganchado a la pantalla. 

A mí me ha fascinado las referencias que he ido encontrando. Visualmente me transportaba a otras películas. Era un momento mágico poder contemplar unas secuencias tan bien montadas. Una fotografía y escenografía maravillosa. Unos actores en estado de gracia que te ofrecen personajes memorables. Los que esperen ver una película convencional se decepcionaran. Los espectadores que quieran estímulos y ganas de ser retado les encantará. 

Los que disfrutan de obras como de David Lynch, ese aire perturbador que siempre ofrecía. Jugando con la mente del espectador. La dualidad y la razón. Sin saber que es realidad y que es locura. Nombrar en el filme “El hombre elefante” no es una casualidad. 

El aire Hitchcock que se transmite, esa simbología del maestro inglés, ver una especie de Eva Marie Saint o Kim Novak. Películas como “Con la muerte en los Talones” y “ Vértigo” que juegan con los personajes. Sobre todo en vértigo donde James Steward es engañado y preso de su obsesión por una mujer rubia. Como en los reglones que tan bien interpreta Bárbara Lennie, que sabe darle los matices necesarios para crearte esas dudas razonables, ¿La crees o no?

 Y sin olvidarnos de “ Repulsión” de Polanski que hay una escena que me la recordó muchísimo. Una película ,que también tiene como centro de la historia una mujer inestable su entorno se transforma creando grietas en paredes o que siente acosada que no la dejen vivir en paz

Muchos dirán que es una especie “Alguien voló sobre el nido del Cuco” a mí me recordaba más a Tod Browning y su parada de los monstruos. Lo mejor de todo que pese al aire de cine clásico que se respira en la dirección de Oriol Paulo ofrece su propio estilo. Lo que mejor funciona son los giros de guion. Bien medidos y en su sitio. Todo tiene sentido en la película, y su ritmo. Un montaje de aquellos que disfruto muchísimo.

Quizá no sea una obra maestra pero cerca está. Es un tipo de cine que echaba de menos. Todo tan bien cuidado. Sales del cine emocionado y con ganas de volver a verla para seguir descubriendo detalles que se te han podido escapar.

 Algo que experimenté en su día con Memento de Nolan. Que también da la casualidad que el personaje principal tiene que aceptar su propia verdad. 

Filmes como los mencionados en la crítica. Rompecabezas llenos de montañas rusas, de emociones. La salud mental en una palabra. La mente es muy poderosa. Los miedos convertidos en obsesiones. Poder transformar la realidad y montarnos nuestra propia película. 

Gracias a Oriol Paulo por la experiencia cinematográfica tan enriquecedora para el espectador. Sin duda una de las mejoras películas del año.

SANDRA BARRACHINA 





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miércoles, 21 de septiembre de 2022

EL CARRITO ESPACIAL



Tener un hijo es una decisión muy seria. Te da grandes alegrías pero también muchas responsabilidades. La vida cambia tanto que sin darte cuenta puedes estar en lo más alto y más adelante perderlo absolutamente todo. 

Cuando nació fue el día más feliz de mi vida. Verle con esos piecitos tan pequeños y esos ojos tan brillantes con ganas de explorar el mundo entero.  Un niño que mientras va creciendo su imaginación no tiene límites. Soñar despierto es una de sus aficiones favoritas y para mí representa hacer todo lo posible para que no deje de sonreír.

Que quiere un cohete espacial pues yo ingeniármelas y dárselo, aunque la solución me ocasione más de un dolor de espalda. Recorrer la ciudad con un niño metido en mi carrito de la compra no es muy habitual de verdad, pero darte cuenta que le hace feliz, vale la pena el esfuerzo. 

-Mi papá, es el mejor papa del mundo. Hoy he probado mi cohete espacial y no he dejado de pasármelo pipa.  Corriendo rápido para llegar a coger un trocito de nube. 

¿Sabes que dicen? que esas nubes son tan dulces que están más ricas que una tableta de chocolate. 

Contarle historias sobre las nubes mientras te acuerdas de que estás a punto de subir un buen puñado de escaleras, que parecen que no tengan fin. Mi espalda no se sí aguantará más… ir con un carrito de la compra lleno con un niño es mejor que ir al gimnasio. 

-Mi papá me ha llevado a un sitio super chulo, repleto de cosas brillantes y grandes. Saludo a todo el mundo porque soy muy simpático y me encanta que me sonrían. Gente se me acerca y me hace carantoñas. Eso si, eso de estrujarme los mofletes no me hace ninguna gracia. 

Llevar a mi pequeño astronauta metido en su carrito espacial saludando a todo ser viviente que se nos cruza, mientras voy comprando comida y metiéndola en el carro junto al niño. Haciéndole creer que son provisiones para su viaje espacial. Ahora acercarme al estante del aceite de oliva y decirle que vamos a llenar de combustible. Que gracias al aceite podrá surcar miles de cielos para llevar al planeta Golosina. 
Explicarle que las naranjas son soles pequeñitos que se han convertido en zumo para darnos toda la energía que necesitamos. A él parece encantarle la historia porque no deja de tener esa cara de entusiasmo y con ganas de seguir escuchando más. 


-Papá me compra naranjas aunque no entiendo porque no puedo agarrar la que surca los cielos. Solo con mirarla se me cierran los ojillos. Si el Sol es una naranja , ¿la que sale por la noche que será?

Veo que la idea del carro no es solo mía. Otros padres como yo, han decidido convertirlo en cohete espacial. Los niños se saludan entusiasmados. Yo me pregunto que estarán tramando en sus cabecitas. Comienzan a comunicarse moviendo los bracitos y pronunciando palabras en lenguaje que solo comprenden ellos. 

-¡Hola! Habéis visto mi nueva nave espacial. Es más bonita que la vuestra.

-Anda ya, la mía es mucho mas chula que la tuya, tiene un bolsillo para poner mis tesoros espaciales. 

- Pero no tiene las ruedas como las mías. Esta noche pasearé por la luna y vosotros no. 

-Pues, yo iré al planeta Golosina y voy a comer todos las chuches que quiera. 

-Llévame contigo que quiero comer muchas chuches. 

-Anda llévame a mi también. 

-Lo bien que lo vamos a pasar. 

-¿Qué hacemos con los papis? 

-Aprovechamos cuando estén dormidos. No se darán cuenta. 


 Llegar al parque y abandonar por un rato la nave carrito para reunirse con sus amiguitos. Subirle al columpio y hacerle volar por un rato. Cuando más empujo, la sonrisa es más grande. 

-¡Papá más alto, más alto. Quiero tocar las nubes! 


Volver a casa con la compra hecha. Niño entretenido y por fin tener la oportunidad de descansar un rato. Mis huesos ya no son lo que eran. Me voy haciendo mayor. Tiene tanta energía mi niño que me deja sin energía al acabar el día. 

-Mañana iremos al planeta Golosina.  A comer chuches sin parar hasta reventar. 


“ Las aventuras en el planeta Golosina “ 

Abrir los ojos y darte cuenta que has llegado a un planeta precioso. Estar rodeados de objetos con colores multicolor, rosas , morados , verdes… una maravilla para quien lo esta observando. Que cuando te acercas un poco al objeto en forma de flor te das cuenta que es una gominola.  ¿ Que te apetece hacer? Darle un buen bocado y saborearlo. 

Nuestros aventureros amigos son: 

Pedrín, un niño de lo más inquieto. Le encanta correr y correr. Seguro que de mayor se apunta a una maratón. 

Marquitos,el niño que le encanta todo lo que ve.  Si encuentra una piedra en el camino pues la guarda en el bolsillo como si fuera un tesoro. Seguro que de mayor se hace arqueólogo. 

Luisa, le encanta los libros aunque ahora mismo no sepa ni leer. Cuantos más dibujos tenga mucho mejor. 


CONTINUARÁ….. 

Escrito por Sandra Barrachina 





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