Relatos,críticas y muchas sonrisas. Un trocito de vida.

viernes, 9 de diciembre de 2022

LA NAVIDAD PERFECTA




Todos pensamos de una manera u otra en la navidad. En el fondo de nuestro corazón queremos recuperar la ilusión, sentir que somos niños de nuevo. El tiempo te va transformando, haciendo que cuando llegan estas fechas te alegres o que las odies, que tengas ganas de que acaben.

El primero que se nos viene en mente es Papa Noel. Es el que llega repartiendo regalos. Se cuenta que ni era gordo ni era muy alegre que digamos. La imagen que tenemos de él es de un abuelo bonachón que se pega una noche recorriendo el mundo entero repartiendo regalos. 

Qué mejor manera de comenzar una historia sabiendo que nuestro protagonista se llama Nicolás, al igual que el repartidor de regalos navideños. Tiene otra casualidad, nació un 25 de diciembre. Unos padres que no dudaron en bautizarle con ese nombre tan legendario. Suerte que al menos no suena raro. 

Ahora Nicolás este año cumple 25 años y desea que sean unas navidades especiales. Quiere reunir a toda la familia y amigos, incluso con aquellos que ha perdido el contacto por una circunstancia u otra. 

El día elegido fue la noche buena. El gran acontecimiento estaba a punto de empezar. 

Las semanas previas había estado planificando todo al detalle. No dudo en prepararse un guion para no olvidarse nada. El discurso navideño sería entrañable e inolvidable. 

Su corazón estaba feliz. Todo a su alrededor se respiraban sonrisas. No había espacio para el llanto. 

Llegó el día de la celebración. Los invitados acudieron. Comenzaron los momentos de besos y abrazos. La alegría era máxima. Las conversaciones no cesaban. Los brindis y los regalos. Nicolás era el rey de la fiesta, como él había deseado. Su corazón palpitaba. Los invitados con ganas de seguir pasándolo bien. 

Era el momento de terminar. Lo vivido aquella noche fue inolvidable.
La experiencia fue corta. Con ganas de que no tuviera un final. Sentir tristeza al saber que la fiesta había terminado.

Nicolás sonriendo sin parar. Rodeado de su gente. No sintiéndose solo. Arropado y querido. Parecer sacado de una película navideña toda esta estampa. 

Fue una navidad perfecta, solo que la visión puede cambiar dependiendo de la perspectiva. 

La realidad fue muy diferente. 

La verdad es que Nicolás no le acompañó nadie esa noche. Desde hacía años que estas fechas tan entrañables le ponían triste. Por aquellos que no estaban. No le entraban ganas de nada. 

Un día entró en una tienda que lo cambió todo. Le enseñaron un folleto que le hablaba del Metaverso, un universo post realidad. Fusiona lo real con lo digital. Lo único que tenía que hacer era ponerse unas gafas e introducirse en ese mundo virtual. 

Una de las opciones se llamaba “ La navidad perfecta” 

En esta experiencia podías tener la navidad soñada. Nicolás pensó, no pierdo nada. Con los pocos ahorros que le quedaban compro el paquete completo. 

Planificó al detalle. Podía introducir todos los elementos que deseaba. Además, que estuvieran presentes aquellos que no estaban en su vida, incluso lo terrenal. Personas que echaba de menos que habían fallecido. 

Noche buena, llego y no dudo en ponerse las gafas y dejarse llevar. Primero estaba un poco desorientado, pero con el tiempo fue cogiendo el ritmo del Metaverso. Era feliz en la ficción. Le entristecía acabar. Tenía que regresar al mundo real. 

Pasaron los días y la realidad no la aceptaba. Cada noche no dudaba en volver al Metaverso y revivir de nuevo esa navidad. Se acabó convirtiendo en un zombi, enganchado a ese mundo virtual. 


La realidad no tenía importancia. Dejó de luchar y relacionarse con las personas de su alrededor, las reales. Vendió su alma. Atrapó su mente para siempre en una felicidad ficticia. El Metaverso había ganado.


SANDRA BARRACHINA 





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EL MENSAJE


Los móviles, aquellos aparatos que nos ayudan a comunicarnos. En ellos gracias a las aplicaciones podemos enviar mensajes y recibir audios, aunque a veces al escucharlos parezcan monólogos. 

Es curioso que a pesar de tener la opción de realizar llamadas, lo usamos muy poco. Preferimos poner unos cuantos emoticonos que en algunos casos parezcan jeroglíficos. Los dibujos parecen caricaturas de lo que sientes, pero según las expectativas pueden tener un efecto frío, sobre todo cuando te has preocupado de escribir unas líneas intensas y plagadas de sentimiento, recibir una manita con un ok no te entusiasma mucho. 
Esta vez no mencionaremos los dolores de cabeza que pueden dar los mensajes, más bien las casualidades que suceden sin darte cuenta. Errores convertidos en regalos inesperados. 



Me llamo Andrea y mi vida en estos días previos a la navidad son frenéticos. No estoy demasiado animada este año, en parte porque desde hacía unas semanas que estaba soltera, tras tener una ruptura difícil con mi pareja.
Pese apoyarme, mi familia me sentía perdida y sin rumbo. No es la primera vez que me sucede, pero estando cerca la época navideña donde tienes que hacer buena cara, mostrar felicidad o ser el centro de la diana de preguntas inoportunas ¿Qué tal con tu novio? ¿Qué ha pasado?
No me imaginaba que mirar los mensajes de mi wasap y descubrir uno de un total desconocido. El texto es lo de menos, era una pregunta de una dirección que había quedado con una persona.
En un principio no contesté. Pensé que podía ser importante avisarle del error. Así lo hice.

-¿Creo que te has equivocado de número?

-¿No eres Silvia?

- No, soy Andrea.

-Tú número no es 657485948

-El mío acaba en 0.

-Ostras perdona. Gracias por avisarme.

-De nada.


Después de recibir ese último mensaje, supuse que no tendría más noticias. Me equivoqué.


-Andrea. Gracias por lo de antes. Tenía que encontrarme con esa persona por un tema laboral.

-Me alegro de que hayas podido solucionar el problema. No todos los días recibes el mensaje de un desconocido.

-Lo comprendo. Por eso te agradezco el detalle de avisarme. Mi nombre es Luis.


No sé por qué lo hice, pero el impulso de conectar con alguien me entró de repente.


-Aprovechando que nos hemos conocido, aunque sea por mensaje, me gustaría mantener el contacto.


Tardó unos cuantos minutos en contestar.


-Me parece bien. Llevo un mes en Barcelona y no conozco a nadie. He estado más preocupado de encontrar alojamiento y un trabajo. Conversar con alguien no estaría mal.

-Estamos en contacto.

-Hasta pronto Andrea. 


Los siguientes días siguieron conversando. De momento, Andrea no se atrevía a explicar cómo se sentía. La ruptura todavía le afectaba. Hablaban de temas universales. Del tiempo, preguntas personales, ninguna de los dos las hacían. Se deseaban buenos días o noches. Los mensajes eran breves y usaban muchos emoticonos. Cuando no sabían que contestar o porque no tenían tiempo, pues utilizan ese recurso.

Entró la navidad. La ciudad estaba preciosa, iluminaba. Andrea iba mejorando de ánimos. No se encontraba Entusiasmada, pero cada vez que sonaba el móvil y tenía un mensaje de Luis se alegraba.

Daba la casualidad que ambos vivían en la misma ciudad. Todavía no se habían atrevido a proponer de quedar y conocerse en persona. Parecía que los mensajes eran suficientes, es si, cada vez más largos, incluso se atrevían a enviar audios. 

Las fiestas comenzaron y las reuniones familiares fueron como esperaba. Preguntas constantes de su situación sentimental. Algunos de ellos con buenas intenciones, pero otros que te entraban ganas de tirarlos por un puente. Que inoportunos y con mala fe. En lugar de preocuparse de su estado y de animarla, parecía como si se alegraran.



Estamos a punto de acabar el año. Y me siento mejor. Escribirme mensajes con Luis me ha hecho desconectar de toda la tristeza que me invadía. 

Era como un diario donde poder expresarme. En estos últimos días le he explicado el tema de mi ruptura. Sus palabras me han animado. Se comporta como un buen amigo en que puedes confiar. Espero que el año que comienza podamos llegar a conocernos en persona. No quiero una relación sentimental, eso lo tengo claro. Un amigo con quien hablar es lo que necesito ahora mismo. 



Esas palabras las cumplió Andrea. Durante ese año estuvo manteniendo contacto con Luis por vía mensaje. Había ganado su confianza. Quería conocerlo, pero le aterraba al mismo tiempo la idea. Miedo de verse y encontrarse una persona distinta. Por mensajes es muy fácil montarte un personaje y mostrar una facha de lo que no eres en realidad.

Luis se hacía las mismas preguntas. Al igual que ella de momento se conformaba con lo que tenía.
Al pasar los siguientes meses esas dudas fueron creciendo. Cada vez más con las ansias de quedar, pero no se decidían. Verano, otoño hasta llegar a una nueva navidad.
Andrea no pudo aguantar más.

-oye, ¿Qué haces esta navidad?

-Nada especial.

-¿Te parece bien que nos conozcamos?

-Sería hora de vernos en persona después de todo este tiempo.

-Llevamos un año escribiendo, mandando audios y fotos, es hora de conocernos.

-Esta navidad sería una alegría hacerlo.

-Hagámoslo. Quedemos mañana. Sin pensarlo, nos lanzamos.

-Me parece bien.


Así fue quedaron en navidad, se conocieron por fin. Durante las fiestas fueron viéndose varias veces. Ambos creían que debían haberlo hecho antes.

De momento eran buenos amigos. En una película navideña seguro que ya serían pareja, en espera del beso del final.

Las relaciones llevan su tiempo. El miedo a perder lo que tenían, hacía que no se decidieran a correr al siguiente paso.

Llegó ese momento. Se dieron cuenta de que podían ser los mejores amigos y al mismo tiempo tener una relación de pareja. Ambos se complementaban.  La amistad se convirtió en amor. 



Estoy feliz con Luis, he encontrado una persona que me comprende, que me deja ser yo misma. Me anima y me quiere. Me lo demuestra cada día. 

Esta navidad será increíble. Solo agradecer de recibir en su día ese mensaje erróneo que me cambió la vida. 

Feliz Navidad.


SANDRA BARRACHINA 





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lunes, 5 de diciembre de 2022

RECUPERAR LA NAVIDAD

 


El futuro. En un planeta cada vez más recalentado y que el contacto físico ni existe. 

Las tradiciones parece que han tenido que evolucionar. La robótica y la inteligencia artificial se han apoderado de la mente humana. Todas las decisiones tienen que ser bendecidas por un ser inerte y sin pulso. Comenzaron como un juguete que hacía gracias hasta convertirse en los referentes y imprescindibles. Dependencia total.

Nos encontramos en una ciudad encerrada, plagada de edificios enormes envueltos por una cúpula que les protege del sol y en donde el aire que respiran es creado en un laboratorio.

Los sentimientos han desaparecido en la realidad. El humano solo lo experimenta en el nuevo Metaverso. Un mundo de ficción donde puedes ser quien quieras y poder sentir aunque sea de manera irreal. 

Las fiestas y las celebraciones tampoco tienen. Todos los días del año trabajaban al servicio de unos seres robóticos que les amenazan con matarlos si no cumplen sus órdenes. 


Víctor es un inventor que de manera clandestina está creando un robot diferente a los demás. Quiere aportarle sentimientos reales como si fuera un humano. 

De momento no lo ha conseguido. Piensa que si lo consigue pueda ayudar a recuperar un mundo que añora. Un lugar que vivió como niño antes de que los robots arrasaran con todo.  En ese empeño no esta solo. Hay una resistencia que lo apoya con ganas de que cambien las cosas.


Me llamo Sara, trabajo como reparadora de robots por las mañanas. Es una faena monótona y sin sentido. Arreglo máquinas y lo hago como si fuera una de ellas. 

Una cadena de seres sin sentimientos. Resignada a trabajar sin descanso.

Mi madre falleció cuando yo era pequeña y mi padre desapareció sin dejar rastro por salvarme la vida.  Hace demasiados años que no está conmigo, pero tengo la esperanza de que algún día volveremos a encontrarnos.  

Era inventor y aprovechaba sus conocimientos para alegrarme la vida con sus juguetes. Pequeños autómatas que me hacían sonreír. Solo he podido guardar uno de ellos de las manos de estos seres. Un conejo que siempre lo pongo en marcha cuando tengo un bajón de ánimos. Cierro los ojos y es como si viera a mi padre. 

La mayoría de los compañeros humanos están atrapados a ese mundo virtual. Yo hago todo lo contrario, intento leer los pocos libros que voy encontrando. Es complicado acceder a la lectura. Amigos que nos vamos compartiendo cultura en mercados clandestinos. 

En los ratos libres también aprovecho para buscar a mi padre. Tengo algunas pistas y espero que esta vez tenga más suerte. 



El robot comienza a tener dudas ante algunas preguntas. Estamos cerca de que pueda sentir lo intuyo. No tiene respuesta y comienza a moverse de manera enérgica. He tenido que desconectarle. 

Debemos ir a la sede central de los robots. Por un infiltrado sabemos que hay una pieza que funciona como un amplificador de memoria. Pueda ser la respuesta para que el robot haga lo que queramos. 

Tuvieron que pasar meses antes de poder organizar un plan. Debemos hacerlo sin llamar la atención.  Tras pensarlo bien tuve que tomar la decisión de ser yo mismo quien entrara. 

Llegar a la entrada no fue difícil, lo complicado fue traspasar la puerta.  Los Robots no sienten. No tienen compasión. Lo único que pude hacer es crearles una duda razonable y hacerles creer que si no entro no van a solucionarlo. 

Parecía una idea tonta, pero funcionó. 

Dentro comencé a buscar sin cesar. Los trabajadores humanos se extrañaban en verme. 

De repente vi una cara conocida y al instante comprendí el porqué. 


-¡Padre!


-¡Sara, hija mía!


Ambos se dieron cuenta de que no podían acercarse ni abrazarse. Si no llamarían demasiado la atención.  Tendría que esperar. 


Sara le señaló una sala donde podían hablar. 


-Padre, te he encontrado. No podemos hablar muy alto. 


-Lo sé. 


-¿Por qué te has arriesgado a venir aquí? 


-Ahora que te he encontrado menos me arrepiento. Estoy a punto de descubrir la manera de cambiar a los robots. 


-Es muy peligroso padre. 


-Lo comprendo, pero el mundo tiene que ser cambiado. No podemos seguir así. Tenemos sentimientos y merecemos demostrarlo a los que queremos.  Nos hemos convertido en unos esclavos. 


-Tengo que volver al trabajo. Sino volverán a por mi. 


-Sabes donde se encuentra la sala de programación en donde guardar todas las memorias. 


-Tienes suerte. Yo cada día entro allí para buscar las piezas que necesito para reparar. 


-No quiero que te arriesgues. 


-Padre, déjame a mi. Confía en mí. 


-Está bien. 


-Quédate aquí y yo te la traeré. 


-Vuelve hija. Ten cuidado. 


Sara entró en la sala. Abrió un armario y con su mano cogió una placa de metal con un montón de circuitos en el interior que solo un inventor como Víctor podría comprender.

Abandonó el lugar y se dirigió donde estaba su padre. Compartieron sus ubicaciones en la ciudad para poder volver a verse. 


Pasaron los días y Sara había tomado una decisión. Ir donde su padre y abandonar su hogar y lo más importante unirse a la resistencia. 

Su padre mientras había estado trabajando con el robot. La nueva placa de memoria funcionaba. Ahora tenía que llenarle de información humana. 

Unos de los miembros de la resistencia modificó el Metaverso. Desbloqueando las partes donde la palabra sentimientos no existía.  Introducir al robot y esperar. 



Archivo llamado “ Navidad” 


El robot estaba en un mundo virtual plagado de luces brillantes y humanos sonrientes. 

A la vista tenía un panel con varias opciones.  Una de ellas con el nombre “ películas navideñas”. La seleccionó y comenzó reproducir. 


Película “ La navidad perdida”


Una joven llamada Luisa había perdido en un mismo día un novio encantador, pero poco fiel. Un trabajo de ensueño que no la valoraban lo suficiente y encima era navidad. 

Su cuenta bancaria no iba a temblar por qué su familia era acomodada y que no le faltaba de nada. Decisión ir a pasar las fiestas a su pueblo natal que desde que decidió ir a la ciudad y hacer dinero no pensaba ni pisar. Es una buena chica. Dulce, rubia y hermosa de aquellos que parecen sacadas de un cuento. 

Ir al pueblo y encontrarse aquel antiguo novio de la infancia que al hacerse mayor parece que ha madurado, aunque no dejen de pelear por casi todo. Hasta que llega el día que ambos se echaron una mirada llena de amor con aquel brillo en los ojos con ganas de algo más, pero que no pasa. Cuando la cosa se pone interesante, siempre les interrumpen antes de darse el primer beso.

Ella tiene una difícil decisión, arriesgarse y gritar a los cuatro vientos lo que siente por ese chico, quedarse en el pueblo que nació y encontrar por casualidad a una mujer que le ofrece el trabajo perfecto y en donde la valoraran como merece o la otra opción volver a su aburrida ciudad. 

El final. Escena donde los dos tórtolos se dicen lo que sienten el uno por el otro y se dan un beso que les falta la respiración.  Das por sentado que será un felices para siempre. 

Celebrarán la navidad llena de felicidad rodeados de sus seres queridos.  Un baile para dar la bienvenida a la nueva pareja y un beso bajo el muérdago para no perder la tradición. 


El robot le gusta la experiencia y quería ver más y más. 


Vamos a sacar al robot del trance que se está saturando. 

Mañana haremos las pruebas pertinentes para saber si ha habido algún cambio. 



Día que lo cambio todo:


Me llamo Víctor y voy a realizar la evaluación final al robot. 

Parece que responde a los estímulos de la realidad virtual. Voy a proceder a hacer las pruebas para el mundo real. 


-Hola Roby ¿Cómo te encuentras?


-Perfectamente. ¿Por qué preguntar?


-Estoy a punto de darte alma, querido amigo, ¿ Estás preparado?


-Afirmativo.


Víctor hizo un pequeño ajuste y el robot comenzó a comportarse de diferente manera. 


-¿ Cómo te llamas? 


-¿Roby? Cómo se encuentra señor. 


-Bien Roby, ¿cómo te sientes?


-Extraño. Tengo una sensación que no conozco. Me he perdido tantas cosas que me ponen triste. 


-¿Triste amigo?


-Si, pero alegre al mismo tiempo. Puedo darte un abrazo. 


-Por supuesto. 


Ambos se abrazaron. 


La historia cambio. Tras conseguir ese logro. Hubo muchas batallas que fueron ganadas. 

Consiguieron que los robots fueran modificados, gracias en parte por el trabajo que hizo en el interior Sara en la sede de los androides. Sin darse cuenta cuando tenían que actualizarse, no conocían que se les iba introduciendo los sentimientos.  La reacción de los robots era de no saber como afrontar esa alteración y los humanos tuvieron que salir de su encierro y colaborar en el cambio. Para ellos mismo no fue fácil. La humanidad había reprimido sus sentimientos durante años y la adaptación costó, pero se logró, en parte, por no tener a los robos en plan amenazante. 

Volvieron las tradiciones, una de ellas la navidad. El robot adicto a las películas navideñas, Roby se encargó de preparar la primera navidad de la nueva era.  

No faltaba de nada. Luces, regalos. Hasta Papa Noel y los Reyes magos. Que volvieron a salir de su escondite que estaban ocultos. Desempolvaron sus trajes navideños y repartieron felicidad por el mundo. 

La humanidad había recuperado la esperanza. Las ganas de vivir y sentir.


SANDRA BARRACHINA 





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