El futuro. En un planeta cada vez más recalentado y que el contacto físico ni existe.
Las tradiciones parece que han tenido que evolucionar. La robótica y la inteligencia artificial se han apoderado de la mente humana. Todas las decisiones tienen que ser bendecidas por un ser inerte y sin pulso. Comenzaron como un juguete que hacía gracias hasta convertirse en los referentes y imprescindibles. Dependencia total.
Nos encontramos en una ciudad encerrada, plagada de edificios enormes envueltos por una cúpula que les protege del sol y en donde el aire que respiran es creado en un laboratorio.
Los sentimientos han desaparecido en la realidad. El humano solo lo experimenta en el nuevo Metaverso. Un mundo de ficción donde puedes ser quien quieras y poder sentir aunque sea de manera irreal.
Las fiestas y las celebraciones tampoco tienen. Todos los días del año trabajaban al servicio de unos seres robóticos que les amenazan con matarlos si no cumplen sus órdenes.
Víctor es un inventor que de manera clandestina está creando un robot diferente a los demás. Quiere aportarle sentimientos reales como si fuera un humano.
De momento no lo ha conseguido. Piensa que si lo consigue pueda ayudar a recuperar un mundo que añora. Un lugar que vivió como niño antes de que los robots arrasaran con todo. En ese empeño no esta solo. Hay una resistencia que lo apoya con ganas de que cambien las cosas.
Me llamo Sara, trabajo como reparadora de robots por las mañanas. Es una faena monótona y sin sentido. Arreglo máquinas y lo hago como si fuera una de ellas.
Una cadena de seres sin sentimientos. Resignada a trabajar sin descanso.
Mi madre falleció cuando yo era pequeña y mi padre desapareció sin dejar rastro por salvarme la vida. Hace demasiados años que no está conmigo, pero tengo la esperanza de que algún día volveremos a encontrarnos.
Era inventor y aprovechaba sus conocimientos para alegrarme la vida con sus juguetes. Pequeños autómatas que me hacían sonreír. Solo he podido guardar uno de ellos de las manos de estos seres. Un conejo que siempre lo pongo en marcha cuando tengo un bajón de ánimos. Cierro los ojos y es como si viera a mi padre.
La mayoría de los compañeros humanos están atrapados a ese mundo virtual. Yo hago todo lo contrario, intento leer los pocos libros que voy encontrando. Es complicado acceder a la lectura. Amigos que nos vamos compartiendo cultura en mercados clandestinos.
En los ratos libres también aprovecho para buscar a mi padre. Tengo algunas pistas y espero que esta vez tenga más suerte.
El robot comienza a tener dudas ante algunas preguntas. Estamos cerca de que pueda sentir lo intuyo. No tiene respuesta y comienza a moverse de manera enérgica. He tenido que desconectarle.
Debemos ir a la sede central de los robots. Por un infiltrado sabemos que hay una pieza que funciona como un amplificador de memoria. Pueda ser la respuesta para que el robot haga lo que queramos.
Tuvieron que pasar meses antes de poder organizar un plan. Debemos hacerlo sin llamar la atención. Tras pensarlo bien tuve que tomar la decisión de ser yo mismo quien entrara.
Llegar a la entrada no fue difícil, lo complicado fue traspasar la puerta. Los Robots no sienten. No tienen compasión. Lo único que pude hacer es crearles una duda razonable y hacerles creer que si no entro no van a solucionarlo.
Parecía una idea tonta, pero funcionó.
Dentro comencé a buscar sin cesar. Los trabajadores humanos se extrañaban en verme.
De repente vi una cara conocida y al instante comprendí el porqué.
-¡Padre!
-¡Sara, hija mía!
Ambos se dieron cuenta de que no podían acercarse ni abrazarse. Si no llamarían demasiado la atención. Tendría que esperar.
Sara le señaló una sala donde podían hablar.
-Padre, te he encontrado. No podemos hablar muy alto.
-Lo sé.
-¿Por qué te has arriesgado a venir aquí?
-Ahora que te he encontrado menos me arrepiento. Estoy a punto de descubrir la manera de cambiar a los robots.
-Es muy peligroso padre.
-Lo comprendo, pero el mundo tiene que ser cambiado. No podemos seguir así. Tenemos sentimientos y merecemos demostrarlo a los que queremos. Nos hemos convertido en unos esclavos.
-Tengo que volver al trabajo. Sino volverán a por mi.
-Sabes donde se encuentra la sala de programación en donde guardar todas las memorias.
-Tienes suerte. Yo cada día entro allí para buscar las piezas que necesito para reparar.
-No quiero que te arriesgues.
-Padre, déjame a mi. Confía en mí.
-Está bien.
-Quédate aquí y yo te la traeré.
-Vuelve hija. Ten cuidado.
Sara entró en la sala. Abrió un armario y con su mano cogió una placa de metal con un montón de circuitos en el interior que solo un inventor como Víctor podría comprender.
Abandonó el lugar y se dirigió donde estaba su padre. Compartieron sus ubicaciones en la ciudad para poder volver a verse.
Pasaron los días y Sara había tomado una decisión. Ir donde su padre y abandonar su hogar y lo más importante unirse a la resistencia.
Su padre mientras había estado trabajando con el robot. La nueva placa de memoria funcionaba. Ahora tenía que llenarle de información humana.
Unos de los miembros de la resistencia modificó el Metaverso. Desbloqueando las partes donde la palabra sentimientos no existía. Introducir al robot y esperar.
Archivo llamado “ Navidad”
El robot estaba en un mundo virtual plagado de luces brillantes y humanos sonrientes.
A la vista tenía un panel con varias opciones. Una de ellas con el nombre “ películas navideñas”. La seleccionó y comenzó reproducir.
Película “ La navidad perdida”
Una joven llamada Luisa había perdido en un mismo día un novio encantador, pero poco fiel. Un trabajo de ensueño que no la valoraban lo suficiente y encima era navidad.
Su cuenta bancaria no iba a temblar por qué su familia era acomodada y que no le faltaba de nada. Decisión ir a pasar las fiestas a su pueblo natal que desde que decidió ir a la ciudad y hacer dinero no pensaba ni pisar. Es una buena chica. Dulce, rubia y hermosa de aquellos que parecen sacadas de un cuento.
Ir al pueblo y encontrarse aquel antiguo novio de la infancia que al hacerse mayor parece que ha madurado, aunque no dejen de pelear por casi todo. Hasta que llega el día que ambos se echaron una mirada llena de amor con aquel brillo en los ojos con ganas de algo más, pero que no pasa. Cuando la cosa se pone interesante, siempre les interrumpen antes de darse el primer beso.
Ella tiene una difícil decisión, arriesgarse y gritar a los cuatro vientos lo que siente por ese chico, quedarse en el pueblo que nació y encontrar por casualidad a una mujer que le ofrece el trabajo perfecto y en donde la valoraran como merece o la otra opción volver a su aburrida ciudad.
El final. Escena donde los dos tórtolos se dicen lo que sienten el uno por el otro y se dan un beso que les falta la respiración. Das por sentado que será un felices para siempre.
Celebrarán la navidad llena de felicidad rodeados de sus seres queridos. Un baile para dar la bienvenida a la nueva pareja y un beso bajo el muérdago para no perder la tradición.
El robot le gusta la experiencia y quería ver más y más.
Vamos a sacar al robot del trance que se está saturando.
Mañana haremos las pruebas pertinentes para saber si ha habido algún cambio.
Día que lo cambio todo:
Me llamo Víctor y voy a realizar la evaluación final al robot.
Parece que responde a los estímulos de la realidad virtual. Voy a proceder a hacer las pruebas para el mundo real.
-Hola Roby ¿Cómo te encuentras?
-Perfectamente. ¿Por qué preguntar?
-Estoy a punto de darte alma, querido amigo, ¿ Estás preparado?
-Afirmativo.
Víctor hizo un pequeño ajuste y el robot comenzó a comportarse de diferente manera.
-¿ Cómo te llamas?
-¿Roby? Cómo se encuentra señor.
-Bien Roby, ¿cómo te sientes?
-Extraño. Tengo una sensación que no conozco. Me he perdido tantas cosas que me ponen triste.
-¿Triste amigo?
-Si, pero alegre al mismo tiempo. Puedo darte un abrazo.
-Por supuesto.
Ambos se abrazaron.
La historia cambio. Tras conseguir ese logro. Hubo muchas batallas que fueron ganadas.
Consiguieron que los robots fueran modificados, gracias en parte por el trabajo que hizo en el interior Sara en la sede de los androides. Sin darse cuenta cuando tenían que actualizarse, no conocían que se les iba introduciendo los sentimientos. La reacción de los robots era de no saber como afrontar esa alteración y los humanos tuvieron que salir de su encierro y colaborar en el cambio. Para ellos mismo no fue fácil. La humanidad había reprimido sus sentimientos durante años y la adaptación costó, pero se logró, en parte, por no tener a los robos en plan amenazante.
Volvieron las tradiciones, una de ellas la navidad. El robot adicto a las películas navideñas, Roby se encargó de preparar la primera navidad de la nueva era.
No faltaba de nada. Luces, regalos. Hasta Papa Noel y los Reyes magos. Que volvieron a salir de su escondite que estaban ocultos. Desempolvaron sus trajes navideños y repartieron felicidad por el mundo.
La humanidad había recuperado la esperanza. Las ganas de vivir y sentir.
SANDRA BARRACHINA
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