MONICA
Y LEO AHORA SON DOS ENAMORADOS
A Mónica le encanta tener novio.
No puede evitar caer enamorada de todos los chicos con los que ha salido.
Cuando hay ruptura la convierte en un melodrama: en plan, “que triste me siento”.
Semanas enteras decorando el suelo de su habitación con los miles de pañuelos
empapados de sus lágrimas.
Leo por el contrario eso de tener
novia se lo toma de otra manera. Si la relación no funciona, a otra cosa
mariposa, que la vida está para disfrutarla y no perder el tiempo con tanto
drama.
Ven el mundo de una manera
diferente. A una le gustan las películas románticas con final feliz y al otro,
el cine de autor de lo más intelectual.
Mónica es escritora. ¿Qué género?
Romántico; cuanto más rosa sea la historia, mejor. Le encanta fantasear con los
personajes y envolverlos en ambientes teñidos de pétalos de flores y con
escenas tan picantes que no puede evitar ruborizarse.
Leo en cambio le encanta todo lo
que tenga que ver con la tecnología. Ahora le empieza a fascinar la realidad
aumentada, experimentar con la inteligencia artificial. Su trabajo de crear
mundos virtuales, realmente le apasiona.
Se conocieron en la cola de un
cine. Comenzaron a charlar y flirtear, para acabar pasando de la película y dándose
mimitos en casa de Leo. Con el tiempo, los encuentros esporádicos se convirtieron
en una relación seria: compartiendo piso y sobretodo cama, mucha cama. Las
diferencias que a priori parecía que tenían, se fueron desvaneciendo, porque
sexualmente eran más que compatibles. Sus cuerpos disfrutaban de un sexo
apasionado y lleno de imaginación, experimentaban nuevas sensaciones hasta
convertirlo en un arte. Leo siempre tenía ideas descabelladas que Mónica no
dudaba en poner en práctica.
Durante los primeros años, pese
alguna pelea que otra, parecía que la relación estaba consolidada.
- ¡Narrador,
para! ¡Que esta parte voy a contarla yo!
Nuestra relación era maravillosa
en la cama, pero fuera de ella se estaba volviendo de lo más aburrida. Tanta pasión
se tenía que acabar enfriando. Pero no me imaginaba que tuviera ese final.
Darte cuenta que tu pareja ya no
te mira de la misma manera. Que comienza con no apetecerle que tengamos sexo tan
a menudo y que cuando lo hacemos, va directo al grano sin los preliminares, con
lo que me gustan. Entonces comienzas a pensar que hay otra persona. Comienzas a
buscar, desesperada, a la amante. Te conviertes en una detective en busca de
las pruebas del delito. Pero no encuentras nada. Sigues buscando, revisando sus
mensajes en el móvil, incluso te vuelves paranoica siguiéndole por la calle.Te
conviertes en su sombra,si hace falta.Cuando te cansas,decides hablar con él de lo que está pasando y te responde
que no hay nadie más y le crees, porque las siguientes semanas no dejas de
tener sexo salvaje como antes.
Una tarde vuelves y te encuentras
a tu novio teniendo sexo con un robot. Habla y todo, el chisme. Y le dice que
sea un chico malo. No puedo creer lo que están viendo mis ojos ¿Cómo es posible
que tenga sexo con una máquina? Y encima Leo me dice -Hola cariño - como si no
pasara nada. Después, viene la bronca.
El mundo se me cae a los pies.
Sobretodo cuando le hago la pregunta:
-¿El robot o yo?
Y se queda con el ser mecánico.
Lo suelta sin más. Tan seguro estaba que no dude en decirle que nuestra
relación se había terminado.
Hasta aquí la historia.
Ella lloró unas semanas, pero
encontró un nuevo amor y un nuevo libro que publicar. Mientras, Leo siguió
“dale, que te pego” con su robot, que acabó por quemarle los circuitos con
tanto meneo.
Ya se ha comprado uno nuevo en
Amazon.
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