EN BUSCA DE LA TRANQUILIDAD
Encontrar por fin la tranquilidad
deseada desde tanto tiempo y darse cuenta que pese a los malestares, ha valido
la pena. Explicarlo ahora es toda una
liberación.
Nacer con compañía fue lo
primero. Mi hermano nació y minutos más tarde, salí yo. Los bebés más bonitos
del mundo según mis padres.
Compartir juguetes, ropas y
carantoñas. Yo era un niño muy tranquilo que me entretenía con un libro de
colorear o haciendo una gran obra de arte con lentejas y mucha imaginación. En
cambio mi hermano era un terremoto. Corría por toda la habitación como si se
acabara el mundo y mi madre con el botiquín en la mano para curar los golpes y algún arañazo. Le acabó comprando un casco.
Para que por lo menos su cabeza dejara de estamparse contra la pared.
Llegar a la universidad y los
pisos compartidos. Tener un compañero que solo tienes ganas de que se vaya,
aunque en el fondo sabes que es una buena persona; a pesar de que le encante
esconder el papel higiénico y pedirme ropa porque dice no tener. Trayendo sus
ligues cada fin de semana para hacer una sesión de karaoke con aquellas
canciones que no soportas escuchar. Y tú, mientras, huyes buscando calma
visitando la biblioteca de la facultad.
Estar cerca de los 50 años y
seguir compartiendo piso porque no te llega la nómina ni para pagar el
alquiler. Tener a gente de 20 años conviviendo contigo que solo tiene ganas de
fiesta y desenfreno. Y tú acabas convirtiéndote en el compañero que no sale de la
habitación por miedo de lo que puedas encontrar.
Encontrar un trabajo que cambia
tu vida. Tener lo que más deseas: tranquilidad y paz en un mundo rural.
Hoy soy feliz, la calma por fin
está en mi vida. Que bien huele el campo por la mañana.
Un hombre de unos 50 años mientras se encontraba dando una
vuelta.
Fue alcanzado por un rayo que acabó con su vida de
inmediato. Se quejaba de que no tenía tranquilidad, pero no lucho por cambiar
su situación. Resignado y quejandose de todo ,el rayo fue una revelación
divina.
Escrito por Sandra Barrachina
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