lunes, 22 de marzo de 2021

TE MORISTE PERO NO

 


María Luisa era una mujer adinerada que despertaba muchas envidias. Sobretodo había una mujer que cada vez que pasaba por su lado, no podía evitar mirarla con mala cara. 
Pensaba que todo lo que había conseguido María Luisa le pertenecía a ella. 

Se conocieron en su juventud y se hicieron grandes amigas, se consideraban casi hermanas. Todo era felicidad hasta que llegó Fernando, un jovenzuelo que despertaba suspiros a todas las mujeres del pueblo. Si se acercaba el joven y se atrevía a sonreír no podían evitar tener ganas de desmayarse de la emoción.  

Era verano y el ambiente del pueblo era inmejorable. Los veraneantes se acercaban al pueblo para desconectar de la ruidosa ciudad. Los urbanitas se sentían en paz y no dudaban en demostrarlo. No se perdían ni una fiesta. Eran los que acababan la noche borrachos y dando tumbos por la plaza del pueblo. 

María Luisa conoció a Fernando por casualidad. Los padres del muchacho llegaron al pueblo con un buen puñado de maletas enormes y ella pasaba por allí mientras había ido a hacer unos mandados que le había ordenado su madre. Al verlo se quedó embobada y no podía casi ni reaccionar. Se decía “ cómo puede ser tan guapo”  Fernando al verla le dijo un “hola” y se quedó extrañado cuando le tardo en contestar. Hablaron unos minutos pero el muchacho tuvo que marchar a ayudar a su padre a meter las maletas en el gran caserón que tenía a apenas unos metros. 

Fernando era de una familia muy rica y su padre estaba empeñado en que siguiera sus pasos en la empresa familiar. Algo que él personalmente detestaba, era joven y lo único que quería era divertirse como los demás. Era bastante tímido pero no le importaba. Ahora mismo solo le importaba conocer a gente de su edad. Con el tiempo consiguió integrarse con el resto de los jóvenes del pueblo, había formado su propia pandilla que lo único que hacían era reunirse a las afueras del pueblo, donde había unas cuevas perfectas para hacer reuniones clandestinas, jugaban a las cartas o fumaban cigarrillos que robaba de su padre y luego los repartía al resto de la pandilla. 

María Luisa y su inseparable amiga intentaron entrar en la pandilla de Fernando pero no tuvieron éxito. Lo tenían complicado porqué no aceptaban chicas. Les daba mucha rabia. Cuando le veían aprovechaban para intentar convencerle. 

El día menos pensado, todo cambió cuando Fernando parecía muy interesado en la amiga de María Luisa. Le decía cosas bonitas, ella se ruborizaba sin saber como reaccionar.  Era extraño, -¿ porqué de repente le han entrado ganas de ligar con mi amiga? ¿Y lo peor de todo porqué no soy yo?- Se preguntaba María Luisa sin encontrar respuesta alguna. Todo se resolvió cuando se descubrió que algunos chicos de la pandilla tenían novia, provocando que el resto tuviera ganas de echar el anzuelo a alguna chica. La afortunada en ese caso fue la amiga de María Luisa, provocando que los celos entre ambas chicas comenzaran a salir a la palestra. 

-¿Cómo es posible que haya elegido a Carmen en lugar que a mí? – Decía María Luisa que por fin nos revela el nombre de su antes amiga- Esta de amiga no tiene nada. 

-Mira, María Luisa, Fernando es libre de elegir a quien quiera, faltaría más- decía Carmen mirando a lo lejos donde se encontraba María Luisa, mientras abrazaba con fuerza a su novio Fernando - Tiene celos de mi… pues que se aguante. 

-Mírala como se abraza, parecen un pegamento. Me voy que solo con verlo me pongo mala. – María Luisa, decía cabreada mientras andaba hacía un lugar escondido para no ser encontrada y ponerse a llorar de rabia. 

Pasó un mes y la relación entre Carmen y María Luisa fue a peor. Habían pasado del saludo al insulto permanente cada vez que se veían. Eso si, siempre intentando que Fernando no estuviera presente. Como aquella vez que se encontraron en el supermercado y dio un empujón y tiro al suelo a Carmen. Menudo espectáculo, las dos acabaron estirándose de los pelos y el pobre encargado de supermercado separándolas. 

Fernando se estaba hartando del mal humor de su novia y decidió romper con ella. Que lagrimones de Carmen que no había quien la consolara. Quería disfrutar de la soltería por una temporada. En verdad le duró poco porque a la semana ya tenía novia nueva. 
Algo que provocó lo impensable, María Luisa y Carmen volvieron a hacerse amigas. 
Tenían una enemiga en común, la nueva novia que pese a hacerle más de una trastada parecía que de verdad había enamorado a Fernando. De noviazgo pasajero a pareja seria. Quien lo iba a decir. 

Llevaban años como novios, era hora de casarse y formar una familia. Fernando al final decidió trabajar junto a su padre en la empresa familiar. Estaba tan ilusionado con la boda que no pudo evitar ir a comprar ese día un gran anillo. El diamante que compró era enorme. Tantos quilates que hasta te desmayabas solo con verlo. Fue una ceremonia realmente preciosa, no faltaba de nada. La vida matrimonial fue la esperada, días mejores que otros pero lo más importante que su amor seguía intacto. 

Mientras en esos años, Carmen y María Luisa fueron las eternas solteronas. Criticaban a cualquiera que pasara por su lado. Todo el mundo era malo para ellas. Y la felicidad de Fernando no es que le entusiasmara demasiado. Eso si, sabían que tarde o temprano harían alguna de sus trastadas y reirían recordándolo. 

Pasaron los años y solo quedaba con vida María Luisa , Carmen había fallecido hacía unos años en un accidente, siempre la recordaba y se reía recordando cada una de las trastadas que hicieron de jóvenes. Ese día se había levantado con una mala noticia.  

“ La muerte de Eloisa Montalban ,esposa de Fernando Montalban ,que solo hacía unas horas que nos ha abandonado se hará el velatorio en la iglesia parroquial”

Los años la habían relajado pero en el fondo de su corazón quería cumplir la promesa que había hecho a su amiga Carmen. Tenía que hacer una última trastada, lo haría por ella. 
Se vistió para la ocasión y se dirigió a la iglesia Parroquial para entrar en el velatorio de la esposa de Fernando, el ex de su amiga y ahora viudo. Ver un muerto no es muy agradable. Se encontraba sola con la difunta. La observó con detalle y sus ojos se fijaron en una de sus manos. El anillo con el enorme diamante brillaba como nunca, parecía como si le llamara que lo tomara. No se lo pensó dos veces, cogió su mano y a por el anillo que fue. Tiró de él y de repente la supuesta muerta se despertó y pego un grito de dolor que alarmó a todos los familiares que vieron como la muerta estaba bien viva. 
Resulta que todo había sido a causa de un ataque de catalepsia. Un trastorno que te inmoviliza y te hace creer que estás muerto.  Menudo susto. María Luisa acabo desmayada y con un ataque de ansiedad del susto.  No es para menos. 

Escrito por Sandra Barrachina 
 



 



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