Ser niño en este mundo no es nada fácil. Me he dado cuenta
en apenas 15 días.
Todo comenzó cuando me ofrecieron de cuidar a una niña de 9
años. Hacer de canguro en una palabra. Ir a buscarla al colegio, en darle de
comer y devolverla a sus padres a media tarde.
Hasta ahí todo sencillo, comida y algo de ayuda en los
deberes. Pero lo que no me iba a imaginar que desde tan pequeña pudiera
sorprenderme tanto.
Los adultos hemos sido infantes y sabemos que el colegio no
nos gustaba demasiado.
Lo compensaban las tardes que pasábamos en el parque
jugando con los compañeros a todo lo que se nos ocurría, y hacer alguna
trastada.
Los
padres de hoy se les olvida que son niños y les exigen tanto que los dejan
agotados, mentalmente no asimilan la información porque les exprimen con horas
de estudio sin descanso alguno. No
juegan y lo peor, el niño se siente confuso con la autoestima por los suelos. Quieren atención, pero
también algo de cariño. Luego los padres cuando ven que sus hijos no les
rinden, es que tienen un problema. Acuden sin pensarlo al psicólogo de turno
cuando en realidad deberían ir ellos.
Que queréis que os diga. Que una niña tenga una tarea donde
tiene que explicar un momento feliz con sus padres y no recuerda ninguno, da
que pensar. Y más aún que le encanta dibujar lo que siente. Que no tiene comunicación
ninguna y miedo a expresar lo que siente también.
Por lo menos estos días que me ha acompañado ha sido feliz.
Se ha encontrado a una persona que la ha escuchado que le ha ayudada en las
tareas. Haciendo los deberes de una manera didáctica si hacía falta. Sacaba mi
pizarra vileda y los rotuladores, comenzaba la diversión. Aprendía y se divertida. Estaba por
ella. La escuchaba. Ni televisión ni interrupciones. Mi móvil lo dejaba en un
cajón. La he tratado como lo que es, una niña. Momentos de estudio y otros de
relajación. La dejaba ser ella misma.
Que sea libre de ser lo que quiera ser. En cuanto venían a
recogerla sus ojos se apagaban y resignada volvía a su casa.
Los padres exigen el máximo a sus hijos cuando ellos mismos no paran de defraudarlo. No tienen tiempo para ellos. Porqué sus jornadas
laborables les ahogan y les deja agotados para poder prestar atención. Los
niños no lo entienden solo saben que apenas ven a sus padres y cuando tienen
tiempo libre es un regalo de pocas horas. No son culpables, la sociedad les
marca esos horarios. Es duro para ambos. Niños y padres.
Considero excesivo son las clases extra escolares, que en la
mayoría de los casos no lo eligen ni los niños. No solo de lunes a viernes sino
en fin de semana también. Esta bien que las hagan, pero no tantas que el niño
se ahoga. Tiene que jugar y relacionarse con gente de su edad, divertirse.
Compartir tiempo con unos padres que durante la semana apenas ven.
Vida familiar para recargar energía. Comunicarse. Crear seguridad y educar
desde el principio a tu hijo con valores. Si le exprimes tanto lo único que
conseguirás es un niño inseguro y que no tiene derecho a pensar por si mismo. Que
expresar lo que piensan le aterra. Eso no esta bien. Convertir a un inocente
personita en un robot que tiene que cumplir ordenes sin poder decir ni una
palabra.
Puedes darle disciplina y educación. El machaque constante
no le hará sacar mejores notas sino que lo único que conseguirá es un bloqueo mental
y le quite las ganas de seguir aprendiendo.
Niña feliz y con valores en esos días he intentado cumplir
con ese propósito.
Estudiando y ayudando en lo que he podido. Inculcarle en la
lectura, que la tiene muy olvidada. Compartiendo con ella la lectura haciéndolo
más divertido con unas cuantas voces de esas de las mías que le sacaban un
sonrisa. Dibujar y pintar con ella volviendo a sacar mi lado de niña que creo
que no he olvidado.. Que su estancia en estos días no la olvide y la recuerde
en su memoria. Que no pierda la sonrisa.
Escrito por Sandra Barrachina
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